El programa de Repretel, Informe 11, cuyo productor es el periodista Frederick Fallas, incluye el segmento «Quéjese», que por más de veinte años se ha mantenido en el sentir y gusto de la población costarricense. Este segmento es dirigido en exteriores por «Mister Quéjese», el periodista William Bonilla, y es transmitido por las periodistas y locutoras Lussania Viquez y Ginnes Rodríguez, quienes nos hacen reflexionar sobre las fuerzas espirituales del pueblo de Costa Rica.
El elenco de «Quéjese» incluye al «Poeta del Pueblo» Sanders Abarca; «el Galán» Rolando Jiménez; Rafita de San Mateo; la Marimba El Valle —del equipo de músicos conformado por Mauricio y Sebastián Jiménez—; Marquitos; y, en ocasiones, el guitarrista Víctor, junto con tocadores de maracas e infatigables camarógrafos y asistentes. Todos ellos hacen posible las grabaciones que se emiten los martes a las nueve de la noche.
Desde el año pasado, he compartido esta experiencia televisiva excepcional, que me retrotrae al oriente venezolano, donde trabajé con cámaras y fotografía fija en las grabaciones de documentales con CineArte. Tuve la dicha de participar en producciones en radio, televisión, fotografía y cine, con películas como La gloria de Mamporal y Tu techo es mi techo.
Desde que los vi, al salir de la pandemia, sentí una fuerza instintiva en el primer encuentro. Desde entonces, marcho con ellos. Son un equipo de hombres ticos, honestos, alegres, respetuosos y de gran sensibilidad humana, que conectan con esa llamarada del pueblo que necesita ser visibilizado. No es un secreto que «Quéjese» es una celebración de la vida desde el primer respiro, al reencontrarnos y estar vitales ante el milagro de esta tierra de gracia, tierra amada, donde la voz del pueblo de a pie, que transita por el Boulevard Central, espera y, de forma espontánea, acciona con sus emociones de manera pacífica, con un lenguaje llano y directo, reclamando y solicitando ser tomada en cuenta.
No es fácil estar frente a las cámaras. Muchas personas toman confianza al ser invitadas, y ese mundo lúdico de verse y oírse en la tele, ese atractivo de la primera vez, como al verse o descubrirse en el espejo, les atrae. Es la magia de saber o de no saber quiénes somos. Ese es el juego atractivo de las imágenes en la cita de los martes, para seguir explorando el alma tica, tan parecida a la de todos y todas en la patria grande, en la América mestiza.
En sus inicios, el cartel amarillo decía «Quéjese aquí» y fue creado por la periodista «Miss Quéjese» Gabriela Chaves. Desde octubre de 2022, está a cargo de «Míster Quéjese», William Bonilla, quien ha realizado cambios en la presentación, la ubicación de los participantes y en la marimba, dando un ritmo festivo en la bienvenida y la despedida.
Acompañarles y ser parte del elenco como la única mujer me hace comprender y confirmar la grandeza del alma y espíritu noble del costarricense: su bondad, empatía y comprensión en sueños igualitarios. Realmente, «Quéjese» es el termómetro psicosocial de un sentir libre del pueblo, que, aun en las peores circunstancias de miedo, necesidades básicas, abandono y maltrato a niños, indígenas y personas adultas, femicidios, hambre y violencia, acude con su contentura y ejemplos de las vidas duras de nuestras familias. Con humor y sonrisas, se expresan con rabia calmada, reflexiva y respeto, sin groserías.
Nos aferramos a la esperanza, y en estos tiempos apocalípticos y de transmutación, fluyen las vitaminas del alma de la «pura vida». Así, con el sueño alegre y tropical y el baile, salimos al encuentro del movimiento, con chicas y chicos bailando en todas las grabaciones.
Casi siempre nos citamos en la escultura inmensa de La Chola, a las diez y media de la mañana. Ya esperan, preguntan por este compartir, que es un acto democrático, de lucha catártica, de un derecho humano que posibilita la libertad de expresión propia con nuestras diferencias. Es la reconstrucción del camino de la paz con justicia social.
La violencia se reduciría si se crearan más espacios colectivos como «Quéjese», al imitarse conductas proactivas, ideas reflexivas y prácticas de vida con acciones de prontas soluciones. No es el quejismo como un estrés negativo; es la sabiduría del pueblo que se identifica y visibiliza, al nombrar y darse cuenta de que no es solo su problema, sino un problema social comunitario con voces de los invisibilizados.
El pasado viernes 16, en La Guásima, en el espacio de Carnes Castillo, nos presentamos. Horas antes, llegaban las personas y el Galán Rolando Jiménez cantaba rancheras y boleros con el toque de marimba de don Koki Monge. Las damas bailaban, llenando el lugar bajo un sol abrazador. En el frenesí dancístico, mujeres adultas mayores y hombres nos veían, y uno que otro se atrevía a danzar. Fue una fiesta con sus reclamos, risas y saludos, al son de la guitarra del poeta Sanders y las inspiraciones de las doñas.
En las filas, las personas esperaban su turno para expresarse y contar sus historias, las narrativas humanas de los constructores de su destino. Con alegría, la vida y el tejido social se hilan con la esperanza de hacer más vida sin dañar a nadie, en una solidaridad humana.
Todavía en los pueblos se siente el impulso vital y es grato poseer las sangres comunes de hermandad. Es cierto que somos una especie en extinción, pero, mientras tanto, la espiritualidad y pureza nos llenan al sentir la profundidad de los sentimientos, al andar y festejar todos los días gratos y seguir con la «pura vida».
Rosa Anca