PSOE, bomba de racimo

Una bomba de racimo se desparrama en un radio muy amplio y va matando durante muchos años a quien se acerca a sus fragmentos, como hace ahora la que lanzó hace una década Zapatero cuando le concedió al PSC de Maragall el “derecho a decidir” del Parlamento catalán.

Alfredo Pérez Rubalcaba está pagando no haber parado las aventuras del visionario exprimer ministro y haber aplaudido su promesa de que, si llegaba al poder, España se sometería a las decisiones de una región.

Tras llegar al poder inesperadamente  tras los atentados del 11M tampoco protestó cuando Zapatero declaró el concepto de nación española como discutido y discutible, y cuando negoció con ETA aspectos políticos que sólo pueden tratar las instituciones democráticas.

Ahora tenemos al PSC plantándose ante el PSOE y defendiendo el “derecho a decidir” sobre el conjunto de los españoles, en contra de la Constitución, y con importantes alcaldes socialistas declarándose independentistas.

Bombas de racimo. Con efecto retardado: un edil leonés y todos sus concejales socialistas abandonan el PSOE para apoyarse en el acosador de una mujer a la que, también debe recordarse, ese partido no defendió en su día porque era de derechas.

El presidente del PSE, Jesús Eguiguren, condenado a prisión por maltratar a su mujer, y negociador con ETA de cesiones políticas que finalmente no se atrevieron a aprobar en Madrid, acaba de declarar que desea una Euskal Herría imperialista y abertzale como la de los terroristas, con anexión de Navarra y de parte de Francia.

En Galicia se rebelan contra las órdenes de Rubalcaba y deciden elegir su líder insubordinándose al Partido, como hace sibilinamente en Madrid cada dia su lider regional, exalcalde de Parla, localidad de solo 124.000 habitantes a la que dejo con la gigantesca deuda de 221 millones de euros. Como para dejarle gobernar España, como pretende.

Todos reclaman su “derecho a decidir”. Lo que empezó en Cataluña se extiende por toda España y puede llevar el país, si contagia a la derecha, a los cantonalismos, con un alocado demagogo zapateril en cada pueblucho.

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SALAS