Revista Opinión

Psoe e IU

Publicado el 18 marzo 2013 por Romanas
Psoe e IU  Futbolín trajo ayer, por aquí, un magnífico artículo en el que se sostenía la tesis que yo vengo manteniendo toda mi vida: todos somos marxistas, aunque muchos no lo sepan, sólo que yo doy un paso más, los marxistas más convencidos son precisamente esos liberalistas que dicen que abominan de las tesis de Marx: es la mayor falacia en toda la historia de la Humanidad, von Mises, Hayek, Friedman, Popper, y un largo etcétera son, o fueron, los marxistas más acérrimos pero no lo admitieron porque ellos utilizaron sólo una parte del marxismo, la científica, pero esencialmente inmorales, absolutamente canallescos, atacaron, a muerte, el fondo radicalmente ético de la doctrina marxista.  Marx dijo que todo era economía y que lo demás no son sino superestruras económicas.  Y toda la Historia no es sino un gigantesco esfuerzo para probarlo.  Económico es todo aquello que atiende a la satisfacción de las necesidades humanas, para lo que el hombre se ve obligado a hacer una continua elección, de manera que incluso la inactividad es una solución económica porque significa la renuncia a una actividad productiva que sólo en apariencia es antieconómica.  No hay nada humano que no sea productivo o improductivo de modo que no hay nada que no sea, por su propia naturaleza, esencialmente económico.  Y entonces viene, llega toda esta canallesca gentuza y nos dice: “eh, oiga, que económico, realmente económico no son más que las actividades estrictamente productivas”.  Es la suprema falacia. Porque todo es producción. Si yo veo un partido de fútbol claro que estoy produciendo puesto que el dinero que pago por la entrada o el canon que pago a la tv por verlo es producción puesto que representan una inversión que mueve a productores en el más estricto sentido de la palabra, todos los empleados de ese jodido club de fútbol, entre los cuales, como no, se encuentran esos superremunerados productores que son los condenados futbolistas. Y también produce unos superenmascarados réditos que ELLOS hacen todo lo posible para que nosotros, los explotados, ni siquiera los percibamos: la pacificación social: mientras discutamos acerbamente sobre quién es mejor Messi o Ronaldo, qué club merece nuestras simpatías el Madrid o el Barça, y pongamos en ello todas nuestras jodidas fuerzas, existirá una paz social que les permitirá a ELLOS organizar mejor sus estructuras de dominación, sus formidables negocios que, supongo, nadie va a discutir que son actividades netamente económicas.  Y los von Misses, Hayek, Milton, etc. vienen y nos dicen que no, que el fútbol sólo es el descanso del guerrero, que éste sólo es un agente sociopolítico mensurable cuando es productivo en el sentido más restrictivo del término.  Y los canallas ejecutan así el más perverso de los ejercicios de prestidigitación, como los trileros que esencialmente son: "nada por aquí, nada por acá” y los borregos, como tales, a trabajar sin pensar en otra cosa que en el fútbol, o el cine, y las señoras en Belén Esteban o el Gran Hermano.  Esto es lo que defendía ese Papa esencialmente negro que fue Karl R. Popper cuando escribió el que es el libro preferido de Aznar y compinches: "La sociedad abierta y sus enemigos", en el que defendía incluso literariamente la tesis falsamente, hipócritamente antimarxista de que la economía no es sino una más de las ciencias sociales, muy específica, por cierto, que trata única y exclusivamente de la producción industrial.  Bien. Pues el Psoe fue, como no iba a serlo, en sus principios, con Pablo Iglesias, que creo que era tipógrafo, radicalmente marxista, hasta que ese genio que ha hecho compatible ser de izquierdas con tener como su mejor amigo y seguramente algo más a Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, según Forbes, que fue quizás el que le convenció definitivamente de que era mucho mejor morir de una puñalada en el metro de Nueva York que de hambre en Moscú y de que daba igual que el gato fuera negro, nazifascista supercapitalista, que blanco, marxista, que lo importante es que cace ratones, o sea, la jodida producción por encima de todo incluso del puñetero hombre y entonces fue y abjuró del marxismo, del marxismo de Marx, claro, que no del otro marxismo de von Misses, Hayek y Friedman que afirmaban, como si eso no fuera marxismo, marxismo puro y duro, el marxismo más puro y duro del mundo, que lo 1º era producir y, luego, si acaso, repartir, pero no mucho, porque eso precisamente va contra la esencia de la propia producción que es de lo que se trata, el dinero, el dinero, por encima de todo, para seguir invirtiendo en una escalada piramidal que, ahora lo vemos claramente, no tiene fin porque se basa en la avaricia absolutamente insaciable del asqueroso ser humano.  De modo que González no sólo abjuró del marxismo sino que, además, se rió a carcajadas de él, llevando a cabo uno de los actos más grandes de cinismo de la Historia y, lógicamente, ganó las elecciones, que es de lo que se trataba, con una insultante mayoría absoluta, de modo que pudo incluso llegar a decir aquella imbecilidad esencial de que temía morir de éxito.  Y, efectivamente, murió de tanto éxito que fue sucedido en el trono ni más ni menos que por Aznar, el genocida que prendió la mecha de ese fuego inextinguible que es Irak, sólo para que los Bush y los Cheney ganaran más dinero con el petróleo, como nos diría la inefable Ana de Palacio al alimón con el hermano listo de Bush, que ni siquiera sabía que España, desgraciadamente, no es un república.  Mientras, Izquierda Unida, un partido que por ahora sigue siendo marxista, sinceramente marxista, vegeta en el mayor de los ostracismos políticos porque nuestro, bueno, mío, no, país está constituido por auténticos idiotas de baba que no comprendo cómo se dejan engañar por los trileros más torpes del mundo, de tal manera que se dejan asesinar con verdadero gusto, como no podía ser menos ya que, en su inmensa mayoría, practican, o dicen que lo hacen, una religión que, de boquilla, sostiene que su Reino no es de este mundo.

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