Revista Opinión

PSOE-PP: los mismos vicios, idéntica antidemocracia, estilos similares

Publicado el 20 julio 2011 por Franky
Algunos lectores de Voto en Blanco me piden un análisis sobre lo que representará en España el inminente cambio de gobierno y la sustitución del PSOE por el PP. Aquí está: --- PSOE-PP: los mismos vicios, idéntica antidemocracia, estilos similares El PP ganará, sin duda, las próximas elecciones, pero lo hará no gracias a sus valores y méritos sino únicamente porque Zapatero, con su pésimo gobierno, les ha abierto de par en par las puertas de la Moncloa y les ha ayudado, con todas sus fuerzas, a conseguir una victoria en las próximas elecciones generales, que puede ser aplastante.

Sin embargo, el PP no despierta ilusión alguna entre los demócratas españoles, preocupados por el deterioro de la convivencia y de la democracia, ni constituye una esperanza, salvo para los suyos. Los españoles saben que mejorará la gestión del país y que se reducirán algunas políticas indecentes, pero no porque el PP sea mucho mejor que su adversario socialista, sino porque el PSOE, bajo Zapatero, se ha comportado como una maquinaria demente, ha cruzado todas las líneas rojas y gobernado tan mal que es imposible superar su ineptitud, su despilfarro, su conducta corrupta en lo público, su falsedad y su desprecio a la democracia verdadera.

La del PP será una victoria amplia, pero triste, que dejará a España con la sensación de haber cambiado de equipo pero sin ascender a la división de honor. La mayoría de los españoles sabe que, por desgracia, PSOE y PP son dos partidos fraguados con la misma materia prima: con ideologías y prácticas antidemocráticas y con políticos profesionales ajenos al ciudadano, que se encuadran en el partido para participar en el gran reparto de los privilegios y las ventajas del poder.

PSOE y PP coinciden en demasiadas cosas: se financian del mismo modo, con dinero público y con ingresos opacos; conviven con la corrupción con idéntica facilidad; toleran la corrupción en sus filas; mienten, engañan, no respetan las reglas básicas de la democracia y están igualmente alejados del ciudadano, de la decencia y de la verdad. Se parecen en sus aparatos de propaganda, poderosos y mendaces, en sus estilos de gobierno, en su equivocada concepción de la democracia y en su adoración a la partitocracia.

Uno y otro partido son hornos sin democracia interna donde resulta imposible forjar a líderes auténticamente democráticos. En el seno de esos partidos reinan la sumisión al jefe, el miedo a la verdad, la falta de debate y una escala de valores que premia más al esclavo que al libre y al corporativo más que al creativo. Dentro del PP y del PSOE confunden la lealtad con el sometimiento y la disciplina con la omertá. Unos y otros controlan férreamente a sus cargos electos y diputados, mas interesados en hacer méritos ante el partido que ante los ciudadanos que les votan. PSOE y PP comparten el mismo odio a la democracia auténtica, a la verdad y al poder soberano de los ciudadanos, a los que marginan como pueden para poder manejar a su antojo los asuntos públicos. socialistas y peperos comparten el rechazo a los controles cívicos, el amor a las listas cerradas y conciben la representatividad como un cheque en blanco otorgado por los insignificantes ciudadanos a los cargos electos. Unos y otros comparten la vergüenza de nombrar jueces y magistrados en los altos tribunales, exhibiendo así su obscena concepción de la separación de poderes, esencia del sistema democrático.

Ante tantas coincidencias y similitudes, las diferencias resultan mínimas y se concentran en el ámbito económico. El PSOE, atiborrado de leninismo totalitario, quiere controlarlo todo, es furiosamente intervencionista y es incapaz de dejar libertad a las empresas, a la sociedad y al mercado, mientras que el PP está obsesionado por crear riqueza y ha aprendido bien la lección de que sólo la empresa sabe crearla, mientras que todo lo que toca el sector público se transforma en fracaso. En consecuencia, con el PP en el poder habrá una economía con el eje de gravedad más inclinado hacia el protagonismo de la empresa y del libre mercado, con una imagen de menos Estado y más sociedad que, mas que real será aparente, a juzgar por la experiencia vivida con el gobierno de José María Aznar, también intervencionista, experto en asfixiar a la sociedad civil y sin miedo alguno a utilizar la poderosa propaganda del partido para estigmatizar y condenar al ostracismo a quien les plante cara o les critique.

Fuera de esas diferencias, las identidades y similitudes se imponen por goleada. No existen grandes diferencias en política social, por mucho que el PSOE se empeñe en repetirlo, ni en la relación con los sindicatos, a los que Javier Arenas, cuando fue ministro de trabajo, en el gobierno de Aznar, acostumbró al dinero público, ni en los mil caminos oscuros que conducen a la opacidad y a la corrupción.

El PP, a pesar de la fuerte presión que emana de la sociedad española, no ha sido capaz de proponer o prometer reformas profundas en el sistema y menos todavía una regeneración que ya se ha convertido en bandera y aspiración prioritaria para muchos españoles.

Así que los demócratas españoles deberían abandonar toda esperanza de cambio sustancial ante el ya cercano advenimiento de la derecha, que ni siquiera es más derecha que el PSOE. Lo que se avecina y avanza de manera inexorable hacia el poder en España es un partido "hermano" del PSOE, con el que comparte muchos vicios, estilos y antidemocracia.

En consecuencia, la vigilancia ciudadana deberá continuar alerta y las campanas de la democracia deberán seguir tocando a rebato para evitar que el poder nos siga aplastando y envileciendo.



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