Situado en el extremo norte del municipio, en los contrafuertes de Collserola y, por tanto, en la parte más elevada del Samontà hospitalense ( ver El Samontà y la Marina, el desconocido origen del alma de L'Hospitalet), Pubilla Cases es ejemplo de cómo, un barrio concebido para ser el mejor de L'Hospitalet, pasó a ser pasto de la especulación urbanística más salvaje. Una especulación fruto de la corrupción institucional y la falta de escrúpulos de los propietarios, que ha acabado por conformar la forma de ser de uno de los barrios más populares y populosos de nuestra ciudad.
El barrio de Pubilla Cases ocupa un espacio alargado de 0,62 km2 limitado a levante por la parte alta del Torrente Gornal y a poniente por la plana de Can Vidalet, ya perteneciente al término de Esplugues. Este espacio, formado por arcillas cuaternarias procedentes de la erosión de la montaña de Sant Pere Màrtir, desciende en destacable pendiente desde los 90 metros de altura en el extremo norte del complejo deportivo L'Hospitalet-Nord, hasta los 40 en la parte más al sur del barrio, en la Avenida de la Electricitat, ya tocando con el barrio de Can Serra. Un territorio poco fértil, dedicado básicamente a la agricultura de secano -sobre todo viña- y la ganadería, que era gestionado por las pocas masías que, desde antiguo, se situaban en las proximidades del ramal de interior de la Vía Augusta, convertida a partir del año 1765 en la Carretera de Madrid y hoy en la N-340/Carretera de Collblanc.
Así las cosas, el territorio más agreste de L'Hospitalet fue históricamente una zona agrícola despoblada en la falda de la montaña, con inmejorables vistas al delta y al mar eso sí, y con una ocupación humana reducida a casas como Can Rigalt (1760), Ca la Pubilla Casas (1771) o la desaparecida Cal Capella, que lo explotaban. Masías señoriales construidas durante el siglo XVIII y que, con una arquitectura neoclásica de moda durante la segunda mitad de la centuria, ostentaban el poder económico y social de las familias propietarias. Sea como fuere, el crecimiento de Barcelona, Sants y resto de pueblos del llano de Barcelona, que tenían como única salida hacia el interior de la península la carretera de Madrid, hizo que durante el siglo XIX el terreno que ocupa hoy el barrio fuera interesante para ubicar algunas industrias, sobre todo químicas y bóbilas (tejerías), dadas las facilidades de comunicación.
Al estar en una zona periférica, el espacio de Pubilla Cases se mantuvo como zona agraria durante el tiempo, pero sirvió de zona de tránsito de diversas infraestructuras que daban servicio tanto a Barcelona como al resto de Hospitalet. En 1876, se construyó una canalización que, desde Cornellà, llevaba el agua del Llobregat por bombeo a Sants y Barcelona, atravesando lo que hoy es el barrio -las calles Mina y Aigües del Llobregat fosilizarían su antiguo recorrido. Y en 1913, se construyó la central receptora de Collblanc al lado de Can Rigalt y se instaló el tendido eléctrico que llegaría al Transformador de la Torrassa ( ver La trascendente fealdad del Transformador de la Torrassa), atravesando los campos de Pubilla Cases y La Florida. El crecimiento disparatado de los barrios de Collblanc y Torrassa se iba acercando y los propietarios pronto vieron en el negocio inmobiliario la mejor forma de sacar rendimiento a sus tierras.
La disposición de los propietarios de Ca la Pubilla Casas de poner a la venta las grandes extensiones de terreno que disponían al sur de la Carretera de Collblanc hizo que, en 1926, por orden del alcalde Tomás Giménez, Ramon Puig i Gairalt, por aquel entonces arquitecto municipal, diseñara la urbanización de todo lo que es hoy el barrio de Pubilla Cases. La idea era, aprovechando la buena comunicación, las infraestructuras (llegaba la electricidad y el agua) y las inmejorables vistas, hacer un " uptown", un barrio de alto standing de casas bajas individuales con jardín; es decir, lo que podríamos definir hoy como un Pedralbes o un Sarrià hospitalense. Lo más curioso del caso es que, al contrario de la planificación hecha por Gairalt para el resto de la ciudad, esta idea, aquí, funcionó.
Así las cosas, en 1927 se inició la urbanización del nuevo barrio siguiendo la planificación ideada por Puig i Gairalt ( ver El disparate urbanístico de las modernistas Casas Baratas de L'Hospitalet) con tal éxito que incluso se hizo extensiva a los terrenos adyacentes de Can Vidalet, ya pertenecientes a Esplugues de Llobregat. Una trama en forma de estrella con diversas plazas distribuidoras y con una ancha avenida que aprovechaba el trazado de las torres eléctricas y que el propio alcalde Tomás Giménez no tuvo ningún rubor en autodedicarse. Narcisista que nos salió el chico, mira. Las casas empezaron a salpicar el territorio pero, como norma general en la historia de L'Hospitalet, la Guerra Civil significó enviarlo todo a hacer puñetas.
...continuará