Revista Historia

Pubilla Cases, historia del barrio pijo que torció su destino (2)

Por Ireneu @ireneuc

De este modo, las calles, pensadas para un uso muy diferente, empezaron a masificarse, estrechándose y subiendo en altura. El resultado ante la llegada masiva de nuevos habitantes fue la construcción cada vez más bestia de pisos de baja calidad para atender la demanda, haciendo crecer no solo la parte hospitalense, sino, de rebote, la parte de Esplugues (Can Vidalet), que se unió sin solución de continuidad con Pubilla Cases, repitiendo lo que pasó con Collblanc-Torrassa y Sants medio siglo antes. No en vano, en 1948 se construyó el pequeño mercado de Can Vidalet pese a encontrarse en terrenos de Pubilla Cases, en Hospitalet. La única calle que no varió su anchura de forma destacable fue la Avenida Tomás Giménez, más que nada porque pasaban las líneas eléctricas de alta tensión y tampoco era cuestión de freír a los vecinos, claro. La construcción desaforada hizo que el cauce de la pequeña riera dels Frares, que atravesaba el barrio, desapareciera bajo el asfalto formando parte de la trama urbana ( ver La Riera dels Frares, la inadvertida riera saltarina de L'Hospitalet).

El aumento del vecindario dejó en evidencia las carencias de todo tipo del barrio, ya que los vecinos tenían que desplazarse al centro o a otros barrios para satisfacer sus necesidades, pese a lo precario de las comunicaciones. Ello obligó a las autoridades franquistas a abrir la Avenida Isabel la Católica en 1957 para comunicar Pubilla Cases con L'Hospitalet-Centre ya que, hasta entonces, no dejaba de ser más que un camino de cabras intransitable. En 1960, el barrio llegaba a los 8.119 habitantes, y no sería lo peor, ya que en los diez años siguientes el barrio quintuplicaría sus residentes.

En 1964, la señorial masía de Ca la Pubilla Casas dejó de ser un edificio residencial para acoger el colegio de Sant Josep Obrer; en 1969 se abría la primera biblioteca del barrio (la Joaquín Costa); en 1971 se ubicaban las instalaciones sanitarias del hospital de la Cruz Roja -actual Hospital General de l'Hospitalet- y en 1973 la Línea V del metro llegaba al barrio con la estación de Pubilla Casas (aún tardaría 3 años en llegar a Can Vidalet). El barrio de Pubilla Cases alcanzaba en 1975 su máximo histórico de población con 45.467 habitantes, lo que suponía una densidad de población de 73.333 hab/km2. Dato que, al estar todos apiñados por debajo de la Carretera de Collblanc (los terrenos correspondientes al complejo deportivo L'Hospitalet-Nord -0,18 km2-, hasta hoy, nunca han sido ocupados por viviendas) daban una densidad real de 103.334 hab/km2. Una auténtica burrada.

En esta situación de llegada masiva de inmigrantes, sobre todo del sur de España (una cuarta parte de los habitantes eran de origen andaluz), en 1978, en el bar Kiki de la Avenida Severo Ochoa, durante la retransmisión por televisión de las procesiones de Semana Santa andaluzas, un grupo de parroquianos del bar decidió hacer su propia procesión recordando las de su Andalucía natal. De esta forma, animados por la nostalgia y la religiosidad (y por las cañas y los carajillos de Veterano, para qué nos vamos a engañar) cogieron un delantal, le pintaron una imagen de la virgen, lo colgaron en un palo de escoba, lo colocaron en una mesa y, rodeado por cuatro velas, salieron con la mesa a hombros por las calles del barrio. De esta forma tan loca nacía la Cofradía 15 + 1 (de los 15 primeros cofrades más el pueblo, sin el cual no habría sido posible) y primera procesión laica de Hospitalet -más que nada porque el párroco de La Florida, iglesia más cercana al barrio, no quiso saber nada de ellos. Un abigarrado y criticado evento religioso que ha marcado la vida social de Pubilla Cases y de la ciudad entera por su trascendencia mediática, con centenares de personas como costaleros y más de 200.000 personas acumulándose por las calles para ver los pasos.

Sea como sea, la elevada densidad de población y los graves problemas relacionados de esta superpoblación hicieron que el movimiento vecinal se pusiera en pie de guerra para solventar las deficiencias que arrastraba el barrio. Fruto de esta presión se consiguió la construcción del complejo deportivo L'Hospitalet Nord (1992), la supresión de las líneas eléctricas que atravesaban el barrio (1993) y la construcción, en terrenos de una antigua bóbila, del Centre Cultural La Bóbila (2002). No obstante esta mejora de las condiciones generales del barrio, el descenso de habitantes desde el 1978 fue una constante, llegando al mínimo de 25.787 almas en 2001. Momento en que, como en el resto de barrios de L'Hospitalet, se produce una nueva oleada inmigratoria de población pobre, pero esta vez procedente de Latinoamérica y el Magreb, que sustituye la población preexistente y hace aumentar de nuevo la población. Los pelotazos urbanísticos en forma de megaedificios de la zona de Porta Nord (2012) también contribuyen a este alza, en un barrio que ha acabado por estar formado en un 48% por habitantes procedentes del extranjero.

En la actualidad (a 31/12/2021), el barrio de Pubilla Cases tiene 31.148 habitantes, lo que significa una densidad de población de 50.239 hab/km2. Una densidad tan solo superada por La Florida y Collblanc-Torrassa ( ver Una lata de sardinas llamada L'Hospitalet de Llobregat) y que se traduce -igual que en los otros barrios superpoblados de L'Hospitalet- en una alta conflictividad social, sensación de inseguridad y carencias de todo tipo derivadas de una baja renta per cápita que han sido mal atajadas -cuando no obviadas directamente- por el ayuntamiento. De esta forma, el barrio destinado a ser la zona " pija" de L'Hospitalet terminó siendo una humilde barriada obrera que lucha día a día, pese a todos los condicionantes en contra, por defender su particular idiosincrasia e incuestionable dignidad dentro de nuestra ciudad.


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