A tenor de lo que estamos viviendo en la sanidad española se diría que enfrentamos dos modelos pero la realidad es que no sabemos lo que enfrentamos, solo que, efectivamente, nos enfrentamos.
Para poder decantarse sobre una opción, necesitamos información clara y veraz (transparencia), necesitamos desligar el debate de opciones políticas (objetividad), necesitamos clarificar conceptos y plantear alternativas serias (profesionalidad).
¿Hablamos de atención especializada o de atención primaria? Porque no son iguales y a pesar de su complementariedad no pueden meterse todas en el mismo saco.
Si comenzamos por el principio y sin prisas, vamos a hablar de la atención primaria.
Si aceptamos que este nivel se llama como se llama no por su precariedad, de la que también podríamos hablar, sino por ser la puerta de entrada al sistema sanitario o mejor dicho como nos gusta recordar a los profesionales de este nivel por ser el nivel básico sin el cual el resto de la estructura sanitaria no sería sostenible, tendremos que recordar que en tres años pasan por nuestras manos el 89% de los usuarios de la sanidad, que somos capaces de de atender, resolver o encauzar el 80% de los problemas que nos plantean, que con todas sus limitaciones hemos desarrollado una metodología de trabajo con sistemas de información, cartera de servicios, pactos de gestión, programas de calidad total, indicadores de satisfacción de usuarios y un amplio elenco de iniciativas, proyectos y experiencias capaces de abrumar al mas pintado.
Si aceptamos, como se repite hasta la saciedad, que el principal activo de una empresa son sus profesionales y aceptamos que en este viaje tenemos jefes (a dedo) y remeros (por oposición), no resultará demasiado complejo empezar a poner las cosas claras para dilucidar sobre el tema.
¿Que es lo que se está poniendo en duda?
Si es la gestión, tendremos que ser capaces de valorar en su justa medida la capacidad, la experiencia, la profesionalidad y la ética de los implicados.
Cuando un barco encalla, ¿quien es el responsable?, bueno ya sabemos que nadie, pero ¿quién debería de ser?. ¿Los marineros por haber realizado mal las maniobras?, ¿los maquinistas por haber mantenido los motores en marcha? ¿el capitán como máxima autoridad?.
Mientras no seamos capaces de reconocer que la proximidad malsana de la política a las jefaturas en el reparto de responsabilidades “ a dedo” sobre los diferentes ámbitos de gestión (macro y meso) influye y no poco sobre los resultados, no será posible valorar adecuadamente la parte alícuota del resto de implicados.
¿Por qué cada vez que algo va mal se culpa a los profesionales, al tipo de institución, al usuario, al tiempo o a las circunstancias, antes de valorar la adecuación de la dirección.
En el problema de la crisis, los responsables somos los ciudadanos por haber vivido por encima de nuestras posibilidades, la debilidad del euro, los mercados que son unos insaciables…
En el problema de los bancos, los responsables somos los usuarios por no haber sabido valorar adecuadamente el riesgo de los productos, el ladrillo que se ha comido los beneficios como en el cuento de la lechera, Europa que no nos entiende y que no se fia de nosotros…
En el problema de la sanidad los culpables somos los profesionales que reaccionamos de forma inadecuada a las directrices de nuestros jefes y no sabemos gestionar los recursos, el usuario que hace un mal uso del sistema y consume de forma desmedida, el modelo de provisión que está obsoleto porque lo que se lleva es lo privado…
¿Seguro que no hay responsabilidades en otros niveles?
En el caso de la atención primaria, ¿por que no se nos pertmite demostrar de lo que somos capaces cuando se nos otorgan las herramientas adecuadas? Y no hablo de cambio del modelo sino de creer en los profesionales, en la gestión clínica y en la descentralización hasta llegar a la autonomía de gestión.
Miles, millones de datos generados diariamente por los profesionales de todos los niveles a lo largo de todo el territorio suponen una fuente de información de tal calibre que seríamos capaces de delimitar las bolsas de ineficiencia. ¿Si no entienden el formato, por que no se facilita esa información a los profesionales para trabajar con ella?¿que sentido tiene seguir recogiendola si no la entienden, ni la analizan?
Estoy hablando de gestión, hablo de autogestión, de coordinación, hablo de trasladar las responsabilidades de la gestión al ámbito de actuación capaz de manejarla.
¿Se imaginan lo que podría hacerse con miles de profesionales empujando todos en el mismo sentido?
Hablo de motivación, de profesionalidad, de clima laboral, de eficiencia, de calidad, de transparencia…
Nosotros hablamos de esto, ¿de que quieren hablar ustedes?