A módico precio, 26 euros para un impacto de 18.000 usuarios, podemos publicitar nuestro negocio eligiendo a qué tipo de usuarios queremos que llegue: sexo, ubicación, profesión, personalidad... Hasta aquí todo normal. Pero, al ser una acción puramente mecánica con una supervisión lenta, este servicio se convierte en un vivero de espacios al margen de la ley.
Con una inversión relativamente baja, los 26 euros de publicidad más 10 para un dominio para usar de manera fugaz, un timador en un país con legislación más laxa en temas de comercio digital puede poner en marcha una tienda que publicite ordenadores o cámaras fotográficas que no existen o a precios anormalmente bajos. El proceso es sencillo, basta con comprar un dominio y clonar una web reconocida que usar como base para su negocio. Tras esta primera acción, lanza su campaña con un público objetivo interesado en la fotografía o que haya estado navegando por tiendas de ordenadores, y como nuestros movimientos están registrados, Facebook disparará está publicidad engañosa a los usuarios que hayan hecho búsquedas, hayan dado me gusta o publicado estados relacionados con este hobby.Del lado del "cliente" aparecerá una publicidad auspiciada por Facebook ofertando ese producto. Si bien es cierto que es difícil de creer que una tienda pueda vender un portátil valorado en más de 1.000€ por poco más de 100, con que sólo un usuario muerda el anzuelo la jugada habrá merecido la pena. Si hay un segundo incauto, todo es beneficio. Y una vez puestos en marcha, poner en pie otra tienda con ofertas similares usando la misma estrategia, no es muy difícil. De hecho, un simple rastreo sobre el nombre de dominio registrado nos suele indicar que tienen dos o tres días de antigüedad. Acciones muy rápidas, recogida de beneficios de manera inmediata y en cuanto la campaña pierde fuerza, a por otra. alfonsovazquez.com ciberantropólogo