Publiqué la primera parte de mi Diario: “Diario de una migrante venezolana. De Venezuela hacia África”.
Este es una especie de diario de mi travesía los últimos cinco años. La primera parte es mi salida de Venezuela hacia África. La segunda parte será acerca de mis Aventuras, vivencias y aprendizaje en África y la salida hacia Estados Unidos. La tercera parte será sobre mi vida y en Estados Unidos.
Me considero una persona universal. Todas las culturas son hermosas y quiero dedicar mi tiempo a escribir para niños sobre diferentes experiencias y tendencias culturales.
Pueden encontrar mis modestas historias en inglés y en la versión en español, ambas hechas por mí. Por ahora tengo Buddy, cuento para niños en ambas lenguas, y la primera parte de mi Diario. Por allí viene rodando otro cuento para niños: “Made in the sky”, que además de ser un tribute a los niños que van al Cielo también lo es para los padres que adoptan. Estas historias son solo mi pequeña contribución a este increíble mundo multicultural.
En septiembre del 2018 comencé este proyecto de escribir esta especie de Diario. Desde el inicio describí la relación tan cercana de nosotros cuatro en mi familia y el amor y respeto infinito que siento por mi padre. Terminé esta primera parte a principios de diciembre, pero antes de publicarla papá enfermó nuevamente. Después de su caída y operación en junio de 2017, papá no volvió a ser el mismo hombre aguerrido y capaz de todo, su vida cambió drásticamente, y el pasado 7 de diciembre todo empeoró cuando su riñón colapsó y le envió a su cuerpo una infección, que por más que batallamos los cuatro juntos, de distintas maneras y en diferentes distancias, la enfermedad fue más fuerte que él. Papá entregó su alma a Dios hace solo siete días atrás, el 28 de diciembre de 2018, y ayer, 3 de enero de 2019, en su honor, publiqué este sencillo Diario que mi hija Andrea le leyó en su lecho de muerte y al cual él sonrió lleno del inmenso afecto que siempre me tuvo. Yo no pude estar allí, mis circunstancias han cambiado tanto desde mi salida de Venezuela, pero solo Dios sabe lo que me ha dolido no haber podido abrazar a mi viejo por última vez ni que se haya cumplido la promesa que como los sionistas nos hacíamos todas las semanas por teléfono: “el próximo año en Caracas nos abrazaremos”. Caracas permanece allí, pero él ya no está para abrazarme.
La dedicatoria dice: “A mi padre, Francisco José Bernabé León Márquez, quien todo me lo dió sin pedir nunca nada a cambio. Quien todo me enseñó sin quedarse con nada. Quien todo me confió con la más absoluta fe.” Es la misma que habia colocado desde el principio y nunca la cambié.