Eran ya más de las diez de la noche del enésimo hito en el “Procès” catalán cuando el ligero baile de una cifra alteraba decisivamente varias de las presuposiciones electorales. Uno de los escaños de Junts Pel Sí, por aquel entonces 63 en su haber, pasaba a la decepcionante formación de Catalunya Sí que es Pot (CSQEP, de ahora en adelante). Tal asiento en el Parlament no ponía en peligro la mayoría soberanista, pero sí que introducía un factor de desasosiego para Artur Mas: la posibilidad de no ser elegido de nuevo como President.
Y es que los resultados acababan poniendo el futuro del líder de CDC en manos de un partido que hasta hace pocos días solo contaba con 3 representantes en el Parlament: las CUP. Y es difícil imaginar una formación más alejada de la ideología de Mas, por mucho que el debate centrado en el eje nacional haya podido diluir esas diferencias durante la campaña. Contando con solo 62 diputados, Junts no puede realizar la esperada investidura solamente con la abstención del otro partido soberanista, y eso hace que se abre toda una miríada de posibilidades.
¿Por qué la abstención? A la hora de hablar de sentimiento nacional la izquierda independentista vive sometida a una tensión permanente, y es que debe determinar a qué issue da más importancia. ¿Es prioritario “construir un país nuevo” u oponerse a la política de un gobierno de ideología contraria?, ¿ayudar en la “desconexión” y el “proceso constituyente” o centrarse en la problemática social? ERC, subsumida dentro de las listas de Junts Pel Sí para estas elecciones, parece haber tenido muy clara su prioridad, pero las CUP, pese a su compromiso independentista y pancatalanista han representado la oposición tanto a Convergència como a España durante los últimos años[1][2]. Debido a esta postura el apoyo a un Mas reelegido sería contradictorio con la línea seguida por el partido, pero a la vez renunciar a la independencia supondría dejar pasar una oportunidad histórica que los votantes podrían no perdonar en los siguientes comicios. La abstención parecía la postura más lógica ante la disyuntiva.
Y es ahí donde el escaño perdido por Junts ha hecho decisivo que el partido anticapitalista se posicione…y lo ha hecho contra Artur Mas. Su líder en estas elecciones, Antonio Baños, declaraba a “Els Matins” que “Mas es una figura quemada, y desde el punto de vista de la izquierda asociada a recortes, el cierre de empresas y la privatización, y para nosotros una figura que no es válida”. Una de las rendijas de esperanza para el líder de CDC, la unión soberanista rumbo a un país nuevo, se cerraba con estas declaraciones y obligaba a buscar nuevas fórmulas.
Una de las planteadas ha sido la de contar con la abstención de las CUP y de al menos dos diputados de CSQEP, cuya posición en favor de una consulta y la indefinición premeditada[3] ha hecho que muchos independentistas no los cuenten en el bloque del “No”, para poder lograr la reelección.
¿Están fundadas estas sospechas? Ignacio Jurado trataba de esclarecer el número de independentistas que puede haber entre los votantes de la formación de confluencia, y Jordi Muñoz presentaba dos gráficas muy esclarecedoras sobre el trasvase que se había producido de votantes de ICV a Junts y a las CUP, lo cual nos hace sospechar que CSQEP tiene bastante poco de independentista en cuanto a la composición de su electorado. Y para reafirmar las infundadas esperanzas del President basta con ver las declaraciones de Lluís Rabell en las que se opone a la posibilidad de investir tanto a Mas como a CDC. No parece que la puerta de la abstención de CSQEP esté abierta.
Las alternativas:
¿Y sin Mas, qué hacer? ERC ha dado señales de apoyo al que debiera haber sido su gran rival político en la última legislatura y no parece haber señales de que Junqueras quiera optar al puesto. Sin embargo, tal y como se ha visto, la candidatura del líder de Convergència puede resultar un obstáculo insalvable para formar gobierno. ¿Nuevas elecciones?, ¿se mantendría el nivel de movilización observado hasta ahora?, ¿no frustraría esto a unos votantes independentistas que han visto como “la revolución devora a sus hijos”?
Aquí surge la hipotética figura de Romeva como nuevo jefe. Cabeza de lista en la candidatura, asociado a la izquierda, sin vinculaciones a ningún caso de corrupción o a recortes (exigencias sine qua non de las CUP) y converso al independentismo. Por supuesto tiene defectos, y uno de ellos que no es poco grave es la ausencia de una base fuerte dentro del partido. Mas tiene a CDC detrás de su candidatura, y Junqueras puede apoyarse en ERC si quiere recabar apoyos…pero por poner un ejemplo, de los 25 primeros nombres de la lista de Junts por Barcelona solo 11 podrían asociarse a la izquierda política, y entre ellos hay 9 miembros de ERC, que deberían preferir a Junqueras en cualquier caso.
Y aún en el caso de que se lograse un candidato de consenso dentro de la formación independentista, ¿cómo reaccionaría el votante ante el cambio? Tanto el electorado de CDC como el de ERC ha ido renunciando a varios de sus valores en su esfuerzo por lograr una confluencia que logre la independencia del Estado catalán, pero puede haber lugares por los que ya no estén dispuestos a cruzar[4], y uno de ellos podría ser la presencia de una figura de la izquierda en el caso de los votantes de CDC.
El principal partido catalán ha perdido muchísimos escaños y pese al liderazgo alcanzado dentro de la confluencia los equilibrios pueden saltar por los aires si Romeva o Junqueras consiguen convertirse en el único modo de lograr una abstención o apoyo de las CUP y alteran la alianza. Del claro predominio de Convergència a una Generalitat presuntamente de izquierdas y, más allá del discurso nacional, alejada en todas las cuestiones políticas del electorado de la antigua CIU. Y aunque el discurso independentista ha servido como pegamento de antiguos rivales enconados es muy difícil predecir la respuesta de votantes y diputados, pese a las garantías de ERC, ante un cambio de tal magnitud. Mientras tanto las CUP sonríen con la sartén bien cogida por el mango.
P.D: No me he referido en este artículo a la imputación de Mas aunque pueda influir en la decisión final porque, a mi juicio, las CUP no tienen como alternativa en ningún caso mantenerlo al frente de la Generalitat si no quieren ver cómo se deshace su base electoral. En cualquier caso mejor que sigan manteniéndose firme en esta postura que proponer cosas como estas.
[1] Recordemos estas declaraciones de David Fernández
[2] Con respecto a esta tensión y los motivos esgrimidos, este artículo de Pau Luque publicado en El País me parece absolutamente necesario ante el debate catalán.
[3] Que tan mal resultado ha dado en estas elecciones tan polarizadas
[4] Especialmente para los independentistas “instrumentales”