Revista Coaching

¿Puede producirse el cambio en un instante?

Por Andrés Cuevas Mesa @acuevascoach

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¿Es posible introducir un cambio radical que modifique el curso de nuestra vida en un instante? ¿Somos capaces de establecer un nuevo estándar de vida sin tener que pasar por un arduo proceso de renovación? Casi todos pensamos que los cambios que valen verdaderamente la pena son fruto de esfuerzos casi sobrehumanos, los cuales, solo unos pocos “elegidos” pueden producir. Parece ser que solo aquellas personas con dones y talentos específicos y potentes, tienen la capacidad de poder introducir cambios, descubrimientos y visiones que lleven sus vidas a un nuevo nivel de percepción, entendimiento y realización.

Nada más lejos de la realidad. Lo que sucede es que la mayoría de nosotros espera a que ocurran ciertas cosas antes de decidirnos a efectuar el cambio. Tienen que darse una serie de condiciones y circunstancias que avalen de manera segura el cambio que deseamos introducir. Debo tener el ánimo adecuado, la visión clara necesaria, el apoyo incondicional de los más cercanos, el tiempo prudencial. Todo esto genera un panorama idealista de acción que nunca se llega a dar. El trasfondo de esta perspectiva es la asociación que poseemos con respecto al concepto cambio.

¿Por qué piensa la mayoría de la gente que el cambio cuesta tiempo? Una razón evidente es porque la mayoría lo ha intentado una y otra vez, mediante la fuerza de voluntad, y ha fracasado. En consecuencia, las personas piensan que los cambios importantes tardan mucho tiempo en producirse, y son muy difíciles de conseguir. En realidad, solo es difícil porque la mayoría de nosotros no conocemos las claves efectivas para poder cambiar. No disponemos de una estrategia clara. La fuerza de voluntad, por sí misma, no es suficiente, sobre todo si queremos lograr un cambio perdurable.

Otra razón que influye de manera importante es que en nuestra cultura existe una serie de creencias que nos impiden ser capaces de utilizar nuestras habilidades inherentes. Culturalmente, hacemos asociaciones negativas con la idea del cambio inmediato. Para la mayoría de nosotros, el cambio repentino significa que nunca se tuvo un verdadero problema. Asociamos cambio verdadero con proceso arduo de renovación, por lo que la propia naturaleza de la asociación dificulta el cambio mismo, ya que a ninguno nos gusta tener que lidiar con un proceso duro, enmarañado y difícil para tener que llegar a una solución satisfactoria. Esta situación es lo que provoca la escasa motivación de la gente a perpetrar un cambio perdurable y consistente.

¿Cuál es la solución para poder cambiar este patrón tan limitante? Debemos condicionar a nuestra mente para asociar placer con aquellas cosas hacia las que deseamos progresar continuamente. Debemos suavizar la connotación negativa asociada al cambio. Como decía el gran filósofo y poeta estadounidense Thoreau; “Las cosas no cambian; somos nosotros los que cambiamos”. Nuestra percepción individual de lo que significa el cambio es lo que va a producir la facilidad para cambiar o las cortapisas para seguir en la misma posición de inmovilismo. Debemos ser capaz de gestionar adecuadamente nuestras emociones y lo que éstas significan para así poder tomar con seguridad la batuta del cambio. A continuación, os expongo tres puntos cruciales para acometer una transformación positiva.

1. Algo tiene que cambiar

Tenemos que creer dentro de nosotros de que “algo tiene que cambiar”. No que “debería” o “podría”, sino que tiene que cambiar absolutamente. Los “deberías” quitan certidumbre y convicción para emprender la acción en cuestión. El proceso de hacer realmente lo necesario para cambiar la calidad de nuestra vida sólo se inicia con un imperativo “tengo que”, esto nos fuerza a la acción inmediata.

2. Tengo que cambiarlo

Tenemos que vernos como la fuente del cambio. En caso contrario, siempre andaremos buscando a alguien que efectúe el cambio por nosotros, y siempre encontraremos a alguien a quien echarle la culpa si no funciona. Tenemos que ser la fuente de nuestro propio cambio para que éste sea perdurable.

3. Puedo cambiarlo

Si no lo creemos de esta manera, resulta imposible poder cambiar. Si no creemos en el fondo de nuestro ser que podemos acometer el cambio, no tenemos la menor posibilidad de llevar adelante nuestros deseos.

Nuestra satisfacción y desarrollo personal, depende en gran medida, de nuestra habilidad y convicción para poder cambiar aquellos parámetros con los cuales no estamos conformes. Emprendamos el cambio con decisión y mostremos nuestra mejor versión.

“Para la mente obtusa, toda la naturaleza es plomiza. Para la mente iluminada, el mundo entero arde y destella con luz”

- Ralph Waldo Emerson


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