La existencia de la maldad, el dolor y el sufrimiento en el mundo es el argumento más persistente contra la fe en Dios. Usualmente, se formula de esta manera:
1. Un Dios omnisciente sabría que el mal existiría.
2. Un Dios amoroso no desearía que esa maldad exista.
3. Un Dios poderoso haría que esa maldad no exista.
4. Sin embargo, la maldad existe.
Dado que la cuarta proposición es claramente innegable, se deduciría entonces que una de las tres primeras premisas es falsa; en otras palabras, Dios no podría simultáneamente ser omnisciente, amoroso y todopoderoso; por lo tanto, Dios no existe, es la conclusión que esbozan quienes utilizan este razonamiento, al tiempo que exclaman «¡Jaque mate!», pues lo consideran devastador.
Sin embargo, no hace mucho un filósofo estadounidense llamado Alvin Plantinga ideó una nueva proposición cuyo propósito es mostrar que es lógicamente posible que Dios cree un mundo que contenga maldad. Se trata de un razonamiento sencillo, en realidad:
1. Un mundo que contiene seres libres y que libremente hacen más bien que mal es más valioso, ceteris paribus [1], que un mundo que no contiene criaturas libres para nada.
2. Dios puede crear criaturas libres sin determinarlas a hacer solo lo correcto, pues si lo hiciera, en el fondo no serían criaturas libres, pues no harían lo correcto libremente.
C. S. Lewis[2] estaría de acuerdo. Por ejemplo, en su libro El problema del dolor, afirma: «Podríamos imaginar un mundo en el que Dios siempre estuviera corrigiendo las consecuencias del abuso de libertad por parte de sus criaturas; de este modo, un palo de madera se volvería suave como el tallo de una flor cuando intentase usarlo para atacar a alguien o el aire se negaría a transmitir las ondas sonoras que salen de mi boca si contuvieran mentiras e insultos. En ese mundo las acciones malas serían imposibles, y debido a ello el libre albedrío no tendría ningún alcance. Si lleváramos ese principio hasta sus últimas consecuencias, incluso los mismos malos pensamientos serían imposibles, pues la materia gris que usáramos rehusaría su labor cuando tratásemos de moldearla» [3].
Siguiendo con su defensa, Plantinga afirma que, lamentablemente, algunas de las criaturas libres que Dios creó usaron su libertad para ejercer el mal. Y esta es la fuente de la maldad moral. El hecho de que muchas personas ejerzan su libertad hacia el mal algunas veces no contradice la omnipotencia o bondad de Dios, pues erradicar la existencia de la maldad sería posible solo erradicando al mismo tiempo la posibilidad del bien moral.
En conclusión, es posible que Dios —incluso siendo todopoderoso— no pueda crear un mundo libre que solo contenga bien moral, un mundo sin maldad. Por tanto, no existe inconsistencia lógica en que Dios, a pesar de ser bondadoso, haya creado un mundo de criaturas libres capaces de hacer el mal.
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[1] Expresión latina que significa ‘manteniendo constantes o equivalentes los demás elementos de la comparación’.
[2] Escritor cristiano anglicano, autor de obras como Las crónicas de Narnia, Mientras no tengamos rostro, Sorprendido por la alegría, Una pena observada, etc.
[3] C. S. Lewis, The Problem of Pain, Nueva York: Harper San Francisco, 2001, p. 24.GWBH7HWUHUTS
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