Angriff nos ha preguntado a través del formulario de EOM explica si es posible que un país reclame como territorio soberano la Luna o Marte, y cuál es el estatus jurídico de estos cuerpos celestes.
La carrera espacial ha adquirido un nuevo impulso en los últimos años. No solo porque cada vez sean más los países que están invirtiendo en sus programas espaciales, sino porque se están consiguiendo hitos como la llegada a la cara oculta de la Luna por primera vez en enero de 2019, y ya se habla de la llegada del ser humano a Marte antes de 2050. Una carrera en la que se empieza a apreciar ya la fatiga de potencias como Estados Unidos, mientras que el programa espacial chino asciende como un cohete.
Para ampliar: “La Estación Espacial Internacional y el futuro de la carrera por las estrellas”, Diego Mourelle en El Orden Mundial, 2019
Dada la renovada competición entre potencias por dominar el espacio, cabe preguntarse ¿qué pasaría si uno de esos poderosos países quisiera conquistar la Luna, o instalasen una base militar en Marte? Esa misma pregunta ya se formuló hace medio siglo, y la respuesta se llama Tratado sobre el espacio ultraterrestre
Pasada una década del final de la Segunda Guerra Mundial, las dos potencias hegemónicas —Estados Unidos y la Unión Soviética— llevaban su guerra fría a todos los ámbitos imaginables, incluidos el ajedrez, los videojuegos o la danza, y también la carrera espacial. La URSS se adelantó, siendo el primer país en colocar un satélite en órbita en 1957 —el Sputnik 1— y también el primero en poner a un ser humano en el espacio —al cosmonauta Yuri Gagarin— en 1961. Estados Unidos llegó más tarde, pero reaccionó y consiguió el llevar a tres astronautas a la Luna en 1969
Para entonces, el temor a que ambas potencias pudieran llevar su disputa por el espacio más allá del terreno científico, y que quisieran convertirlo en una zona de pruebas nucleares o militarizarlo, convirtiéndolo en un frente de batalla más, motivó la negociación de un tratado internacional que regulara lo que los países podían y no podían hacer en el espacio. Ese texto es el Tratado sobre el espacio ultraterrestre, que se firmó y entró en vigor en 1967 en el marco Naciones Unidas y que han ratificado 109 países, incluidos todos los que juegan un papel relevante en la carrera espacial, como Estados Unidos, Rusia, China, Japón, Reino Unido, Francia, India o Israel.
Para ampliar: “La militarización del espacio, última frontera de las power politics”, Diego Mourelle en El Orden Mundial, 2017
El Tratado es el texto básico del Derecho espacial, y prohíbe explícitamente el despliegue de armas nucleares en la órbita terrestre, en la Luna o en cualquier otro cuerpo celeste. También establece que la Luna y al resto de cuerpos celestes solo pueden tener un uso pacífico —prohibiendo por tanto las pruebas nucleares— y también declara estos territorios como patrimonio de toda la humanidad de forma parecida a la Antártida, por lo que “su exploración y utilización (…) deberán hacerse en provecho y en interés de todos los países”. Finalmente, prohíbe que el espacio y sus cuerpos celestes puedan ser objeto de “apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”. Es decir, que ningún país tiene derecho exclusivo ni puede reclamar su soberanía sobre ellos.
En consecuencia, aunque haya países más adelantados que otros en la carrera espacial, ninguno de ellos tiene derecho ni puede —al menos según el Derecho internacional— apropiarse de la Luna, Marte, ni de ningún otro cuerpo celeste.
¿Puede un país reclamar la Luna o Marte como territorios propios? fue publicado en El Orden Mundial - EOM.