A menudo suele ser una de las grandes preocupaciones de padres con hijos aún en crecimiento, y es que ¿quién no ha sentido necesidad de tomar algún estimulante para estudiar por las noches?
Pese a que en los más jóvenes se recomienda un consumo menor que en adultos, el café no es una sustancia de ningún modo prohibida para nuestros hijos adolescente, aunque sí un poco limitado como veremos seguidamente.
El café es una bebida estimulante por excelencia debido a su alta concentración en cafeína, elemento con acción excitadora del sistema nervioso central. Una cantidad por debajo de los 300 mg. al día (aproximadamente tres tazas) no se considera preocupante durante la edad adulta, es más, suele revestir efectos beneficiosos como una mejora intelectual, del estado de alerta y un alivio de la fatiga general.
No obstante, superar esa cantidad al día, que en el caso de adolescentes se limita a sólo 200 miligramos de cafeína diarios, puede llevar a un serio abuso obteniendo como consecuencia estados de nerviosismo, déficit de atención, insomnio o problemas para fijar el calcio en los huesos.
Estas consecuencias variarán dependiendo del organismo del sujeto en cuestión, aunque particularmente en adolescentes se suelen dar con mayor frecuencia por su poca costumbre de tomar café, sustancia que muchas veces el cuerpo humano considera “adversa” por su falta de costumbre.
En los “años mozos”, por muchos exámenes que se tengan, conviene siempre establecer una óptima planificación del tiempo de estudio y no verse obligado a eliminar horas de sueño para estudiar.
Por tanto, y a modo de resumen, intentaremos que nuestros hijos aún en fase de desarrollo no se vean obligados a tomar café por sus estudios, y en caso de no quedar otro remedio, estaremos atentos a que su consumo no supere las 2 tazas al día.