Revista Ciencia

¿Puedes tocar la genealogía?

Publicado el 20 mayo 2013 por Redantepasados @Red_Antepasados

Estos días pasados he meditado mucho en la forma de aprendizaje que usamos, leer un texto para memorizarlo me parece cosa de la antigüedad. Y aunque mucho de nuestro trabajo genealógico es traer el pasado al presente no tenemos por qué escribir en papiros o cincelar piedra. ¡Menos mal!

Cada vez que hablo con alguien que dejó su país de origen (inmigrante voluntario u obligado), una de las primeras afables conversaciones giran en torno a la comida, y es lo que más se echa de menos. La comida y la familia, no necesariamente en ese orden, pero son las cosas que se mencionan más frecuentemente o las que nos imprimen un sello de “denominación de origen”.

Tanda comercial de TVN, del usuario SCT (comenzar en el minuto 0:28).

Si yo hablo de Chile, es inevitable que piense en el pastel de choclo, las sopaipillas, el mote con huesillo, las humitas, los yogures soprole y mis abuelos. El olor de mi abuela y su maquillaje “Angel Face”. El olor a Chile. Los suelos encerados, el chicle, la alegría de la gente y su acento cantarín. Los abrazos, las lágrimas, los besos de despedida. Ese país en el que nunca me sentí chilena (los chilenos se encargaban de remarcar que yo no lo era), pero siempre sentí mi corazón cerca de él.

¿Puedes tocar la genealogía?

Tortitas mendocinas, imagen gentileza del blog Crianza Dulce.

Y si hablo de Argentina, mi Mendoza, puedo rememorar el olor a siesta, el calor, el viento zonda, las empanadas, los asados, mi colegio, la infancia, los amigos (mi amiga), la vida. Mi vida, casi toda mi vida.

Mi vida en familia. Aprender a montar en bici (caerme de la bicicleta innumerables veces), mis años de universidad, mi Teatro Mendoza, mis años como voluntaria para enseñar a niños que vivían en la calle.
Mis helados de mil colores y de mil sabores. Mi pan dulce navideño, mis tortitas (por favor debo remarcarlo: MIS TORTITAS MENDOCINAS), mi mate (cada día tomo mate), mis facturas, mi dulce de leche, mis paseos. 
Mi perrita, mi época de escribir poemas, la soledad, la adolescencia, la felicidad.
Mi “otoño en Mendoza”…

Canción “Otoño en Mendoza” interpretada por Mercedes Sosa y su autor, Pocho Sosa.

Mi hermano, nuestras peleas, nuestras travesuras, nuestras obligadas siestas tratando de que no se notara que estábamos despiertos. No nos gustaba dormir. ¿Hay algún niño al que le guste dormir cuando no tiene sueño? Leíamos revistas a escondidas y en absoluto silencio para no aburrirnos durante la siesta de los adultos.

Si pudiéramos atrapar esos momentos, inmortalizarlos, transmitir su esencia, preservarla para nuestros nietos y bisnietos.

Quiero hacer eso, quiero transmitir historias, trozos de vida, jirones de existencia.

Esos nombres que tenemos apuntados en páginas con diagramas de árboles genealógicos son personas. Personas que sintieron, soñaron, sufrieron, lloraron y tuvieron esperanza. Fueron personas que vivieron y seguramente si pudiéramos teletransportarnos a su pasado, nos llevaríamos una sorpresa al comprobar cuánto en común compartimos.

Ese de la foto en sepia, ese. Ese quiero yo revivir. Que me cuente la historia desde su lugar, pero no puedo, todavía es algo imposible.

Intentaré rescatar esas o estas historias anónimas para contarte. A cada persona que me cuente una le haré un vídeo y lo pondré en mi canal de YouTube, también le enviaré una copia para que guarde, para que la atesore. Simplemente escríbeme a redantepasados(arroba)gmail.com y envíamela en formato vídeo. La editaré y luego la compartiré.

Quiero enseñarte de una forma fácil, simple, didáctica.

Quiero ayudarte.

Quiero contarte lo que a mi me sirve, lo que me gusta y como aprendo a hacerlo.

¿Me cuentas una historia? ¿Me cuentas tu historia por favor?


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