Revista Insólito
Una de las construcciones más emblemáticas de la antigua capital de Guipúzcoa, Tolosa, es el puente de Navarra, una hermosa construcción sobre el río Oria cuya datación algunos la sitúan en torno a la fundación de la villa, hacia 1256 pero que presenta trazas no tan tempranas y cuya primera evidencia documental conocida aparece hacia 1558. En ella se describe con unas características que hoy en día no son reconocibles, lo que nos lleva a tener en cuenta las diferentes obras acometidas durante el tiempo y que dotan al mismo de la imagen con la que lo vemos en la actualidad.
Presenta hoy en día un perfil ligeramente alomado, con cinco arcos de diferentes luces que oscilan desde 13,90 metros el mayor a 10,10 metros el menor; 4 pilas de desde 6,70 a 2,70 metros , 4 tajamares triangulares, con una anchura de vía de 6,10 metros y un pavimento de asfalto.
La importancia del camino que une Tolosa con Navarra explicaría su funcionalidad así como la antigüedad de este paso sobre el Oria lo que hace suponer que fuera utilizado desde el origen de la villa. Sin embargo, las características de la parte antigua del puente nos remiten a una obra de construcción ya planteada en la época del Renacimiento. Tras la primera documentación se le nombra de nuevo en 1623 en un documento que da fe de que se trataba de una estructura parcialmente fortificada y en el que la torre que defendía la puerta de la villa en este lugar se situaba “sobre el puente”. Tras reparaciones constantes en el que el aspecto no diferiría mucho, en 1799 se acomete una obra de ensanchamiento del cauce del río lo que obligó a añadirle una arcuación por lo que si bien se respetó la anchura del puente antiguo hubo de adecuarse una mayor anchura al nuevo tramo, lo que es fácilmente reconocible en el extremo derecho de aguas arriba. Ello obligó a plantear en poco tiempo la ampliación de toda la estructura, obra que se acomete en 1841 y que permitió la cómoda circulación de los carruajes que apenas tenían movilidad al atravesar el puente dada la estrechez del mismo.
Esta importante reforma ha dado pie a pequeñas remodelaciones como la de la sustitución de los pretiles pétreos por barandillas metálicas a finales del siglo XIX o el ligero ensanchamiento de su tablero en momentos muy recientes. Alrededor de éste bulle la vida de la villa con la estructura denominada “El Tinglado”, un espacio contiguo que acoge el mercado y los eventos festivos y gastronómicos de Tolosa.
Texto: Rosi Cuevas
@Imagen: Juan Sánchez
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