100 estampas de Salamanca
El puente romano es uno de los iconos de Salamanca, símbolo indiscutible del legado romano de la ciudad, una edificación donde a mediados del siglo XX, circulaba por él todo tipo de tráfico rodado, al ser una de las principales vías de comunicación de la ciudad, que ha aguantado el paso del tiempo desde su construcción en la segunda mitad del siglo I, en época de Trajano. Salamanca, como ciudad romana perteneciente a la provincia de Lusitania, ocupaba un lugar estratégico, pues su ubicación facilitaba el desarrollo de actividades económicas, ofreciendo así ciertas infraestructuras, como este puente, para la Vía de la Plata, una de las calzadas y rutas comerciales más importantes de la época que unía Mérida y Astorga, cuya principal función era transportar mercancías, personas y animales.
Los romanos construyeron el puente sobre el río Tormes en piedra, y previeron la fuerza del río apoyando los arcos en tajamares triangulares para reducir el efecto de las crecidas, una obra de ingeniería impecable, pero que no evitó algún desastre debido a sucesivas crecidas del río que fueron deteriorándolo. Sin embargo, fue la riada de San Policarpo, en 1626, la que produjo más daños, ya que destruyó parte de los arcos romanos, que tuvieron que ser reconstruidos en su mayor parte. Actualmente tiene 26 arcos, aunque de la construcción romana solo quedan 15 en la margen derecha, son de medio punto con grandes dovelas almohadilladas. No obstante, se puede concluir que es un puente sólido, resistente al paso del tiempo, formando parte de la vida y de la historia de Salamanca, tanto como para estar representado en el escudo de Salamanca junto con el famoso verraco de piedra decapitado que se encuentra en la entrada del puente y cuyo origen se atribuye a los vetones, el pueblo asentado en estas tierras antes de la llegada de los romanos. Es uno de los más famosos por su aparición en la obra de la literatura española El Lazarillo de Tormes. En un famoso episodio, junto a este verraco, Lázaro recibió una dura lección en su aprendizaje para ser el pícaro en el que más tarde se convirtió. El puente, finalmente, es lugar también de celebración de una de sus más tradicionales y concurridas fiestas, la del Lunes de Aguas, en la que los salmantinos la celebran yendo a comer el típico hornazo charro, reuniéndose principalmente en las orillas del río Tormes, costumbre que data del S. XVI.
Convertido actualmente en un lugar de paseo muy frecuentado, caminar por el puente romano para contemplar los atardeceres observando su reflejo en las aguas del Tormes y como fondo las catedrales, es adentrarse en un remanso y sensación de paz maravillosa e indescriptible.
CIEN ESTAMPAS DE MI TIERRA