Una puerta es aquella apertura del muro diseñada y construida para permitir el paso cuando así se desee y evitar que entre la reina de Inglaterra. Suele estar hecha de madera, u otro material a ser posible difícil de romper, a menos que sea de protección oficial o comprada en el Ikea.
Para abrirla la opción más lógica es llamar a un cerrajero o carpintero, pero si estás leyendo esto, es muy probable que seas demasiado tonto hasta para buscarlo en la guía telefónica.
Puedes probar a crear un pasaje dimensional a través de ella y así cruzarías al otro lado. Técnicamente no abrirías la puerta, pero ya mañana seguro que viene alguien y te dará el número de teléfono del cerrajero.
Puedes probar a retroceder en el tiempo hasta el momento en el que no existía la puerta y así entrarías sin problemas. Es probable que si la puerta no existe, la habitación tampoco.
Si todo esto falla, busque a mil vírgenes frente a la puerta para que los dioses la abran. Es muy poco probable que queden tantas, pero este método suele ser infalible. Otro método infalible, es esperar a que se caiga de vieja y pasar al otro lado. A lo mejor la puerta no se cae hasta siglos después de que la palmes, pero tus descendientes te agradecerán tu legado.