¿Y entonces qué hacemos?
Pues tú mismo, decide.
Por mí está decidido, me marcho, ya no aguanto más; lo que está ocurriendo aquí creo que ya no lo puedo soportar.
¿Y tú crees que vas a soportar en otro lugar lo que desconoces?
Pues es posible, pero si no decido ya mi marcha, te digo que no podré soportar más lo que está ocurriendo.
¿Y conoces a alguien a dónde vas?
Creo que está un amigo de un amigo allí, ya me ha dado la dirección y su teléfono. Le llamaré nada más llegar. Eso me da mucha tranquilidad y me sube mucho la moral, así me da opción a pensar con más lucidez, por lo que pueda pasar.
¿Y tú crees que encontrarás un trabajo?
Si, creo que si, pero ya me han advertido que las cosas no están para muchas alegrías, allí no atan los perros con longaniza, ya sabes a lo que me refiero ¿no?
Ahora cuando estamos charlando ¿no oyes a lo lejos una música?
Si la estoy oyendo y creo que me está poniendo algo nostálgico.
No te preocupes eso es que estás 'visualizando' que estás allí y que no entiendes por qué nadie te hace caso, nadie se ha dado cuenta de que has llegado. En realidad no hay nadie perciba tu presencia, y eso empieza a mellar en tu ánimo; tu mismo lo vas percibiendo y no encuentras una salida eficaz a la situación.
Pero no te preocupes siempre habrá alguna persona que se de cuenta de que existes y de tu situación y seguro que procurará que no llegue esa nostalgia que esbozas con una sonrisa a veces estúpida, como diciendo que no te pasa nada que todo es normal.
¿Y qué hago entonces cuando me ocurra esto que me dices?
Pues no hay otra forma de superar esa situación que ponerte ante un espejo y preguntarte ¿qué hago yo aquí?
Seguro que encuentras la respuesta y dirás sin más: pues es posible.