EL TC ha decidido condicionar la investidura del Presidente de la Generalitar a la improbable presencia física de Puigdemont en el pleno. En otras palabras, ha invalidado la sesión del Parlamento catalán de manera preventiva para impedir que puedan nombrar a Puigdemont Presidente de la Generalitat. En esta cuadratura del círculo, no ha suspendido el Pleno sino que ha pospuesto la decisión sobre si admite o no a trámite el recurso del Gobierno para suspender el pleno, y, como compensación, ha avalado la investidura siempre y cuando se celebre de forma presencial y con el permiso previo del juez Llarena. O sea, que no. Se trata de una decisión contra lo establecido por los letrados del Parlament y los del Consejo de Estado. Porque jurídicamente, esta decisión es un disparate. Pero da lo mismo, porque es una decisión política. De hecho, el gobierno ha hablado con los magistrados diciéndoles que si tumbaban la propuesta del Gobierno, todo iba a ser más complicado precisamente para el Gobierno. Lo legal da lo mismo. Todo en Catalunya es político disfrazado de jurídico. Ahora que nos cuenten que los presos no son políticos.
El ruido que hay en torno a la sentencia del Tribunal Constitucional tiene una única causa: hay un parte de magistrados, nombrados por el Partido Popular, que no tienen ningún problema en romper el Tribunal igual que el PP no tiene ningún problema en estirar el conflicto en Catalunya hasta las elecciones del año que viene. Aunque la convivencia en Catalunya se vuelva un infierno o la relación entre Catalunya y el resto del Estado nunca haya estado tan deteriorada como ahora. La pelea de gallos entre ERC y JuntsxCat tampoco es muy edificante. Soraya Sáez de Santamaría y Rajoy frente a Puigdemont y Junqueras. Igual es una bendición estar fuera de ese duelo de egos e intereses de partido.
Los magistrados sensatos del TC han tenido que negociar para que el mensaje no fuera que el TC también está roto. Sus seis horas les ha costado. La verdad, es mejor un TC roto que uno desvirtuado, pero con un TC roto a ver cómo argumentan cabezas huecas como Albert Rivera. Eso no viene en Google. Los rotos tienen la necesidad de recomponerse mientras lo desvirtuado vive en la mentira de su propio engaño. Esas son las ruinas del bipartidismo.
Un TC no puede suspender cautelarmente un comportamiento antes de que se produzca porque vulnera derechos con el fundamento de meras sospechas. Y no son derechos menores, porque estamos hablando de un diputado elegido para ser Presidente de una Comunidad Autónoma. Y si el argumento es que el bien a preservar era el ridículo que viene haciendo la Presidencia del Gobierno, vale mucho menos que salvaguardar un Tribunal Constitucional, que tiene que hacer valer la constitucionalidad de las leyes en un país que se acostó franquista y se levantó demócrata.
Sigue la comedia bufa, cada día con las instituciones más debilitadas. Cada día que pasa sabemos que el PP ha robado más y cada día que pasa que no tiene solución para España. Del nombramiento de una jurista mentirosa para ocupar el cargo en el Tribunal de Estrasburgo ni hablamos. Menos mal que Rajoy ha ordenado a los fiscales que digan que romper los ordenadores de Bárcenas es pura democracia y un ejercicio de estilismo informático. ¿Y el jefe de la oposición? Dicen que Pedro Sánchez está viendo de corrido Operación Triunfo para, ahora que ha visto que tiene éxito, decir que él ya lo dijo. Dicen que mientras tanto silba entre dientes.
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