- ¿ Has tenido alguna vez un secreto que no te hayas atrevido a compartir con nadie?
Amber, pronunció la pregunta, y sin esperar un minuto, ella misma respondió a la eficiente Smithyn, una corpulenta y sonrosada matrona, que desde hacia ya dos años, era responsable de su rehabilitación.
- Yo quiero compartir uno contigo..,
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El paisaje incandescente a sus pies, se expandía con el sol de la mañana. La pureza nívea de las cumbres que se extendían hasta los confines de su visión del horizonte, se estremecieron y ponderaron con el rojo escarlata de la fuga arterial en el cuello de la enfermera Smithyn.
Su rostro, una máscara de la muerte velada por el asombro del terror. Sus manos torpes, intentando apartar la guillette. Su mente, ciega, buscando captar el instante en el que la realidad se transformó y su entorno se cerraba tras el negro telón, del frío escenario de la muerte.
Amber, situada detrás de los ventanales de la más exclusiva habitación para "huéspedes conflictivos" ,se sentía renacer. Por todo el valle, comenzaba el amanecer y el rocío se transformaba quietamente, en vapor que ascendía en columnas hacia el cielo, para formar nuevas nubes blancas y esponjosas que cubrirían pronto las más altas cumbres de Chamonix, un paraíso nevado de selectas tiendas y coquetos y carísimos restaurantes de moda.
La mayor selección de cachorros de la Jet de la vieja Europa, se concentraba entre los prestigiosos internados y las discretas clínicas privadas de rehabilitación.
Justo en ese momento, detrás de un impecable maquillaje de y Channel y debajo de un mono de skI de Sisley de color rosa fuxia, Amber sonreía.
Había pensado, que todo le resultaría más fácil si se colocaba encima, una bata blanca del centro y unas zapatillas de suela de tocino.., eso le facilitaría la huída, pero… ¡ Señor ¡ sería algo “contranatura” . Todavía daba un respingo, al recordar el día en que tomó consciencia de donde estaba.
¡Creyó morir de aprensión y de asco..! los olores corporales mezclados con los que desprendían los antisépticos del quirófano, le causaban más dolor físico que sus propias heridas.
Marcusse portó bien. Declaró en su favor, defensa propia. Locura impositiva temporal, por terror súbito y ni recordaba cuantas cosas más.
Apunto estuvo el condado, de concederle una indemnización, que ella rechazó mirando al jurado con un dulce mohín, al tiempo que se la ofrecía a la viuda del desgraciado NatWitspoon. Fue un instante memorable,que recogió toda la prensa amarilla y crónicas de sociedad de la ciudad de Los Angeles.
Luego, el solícito abogadode la familia y tutor de Amber, se la llevó a casa, allí en su ambiente más familiar , rodeada de los críos de Marcus y con el apoyo incondicional de Marylin su esposa, empezó a recuperarse física y emocionalmente. Sin embargo, el importante abogado, no consintió que el tribunal de LA, arriesgase la belleza de Amber en una operación ordinaria de estética.
Se la llevó a “Santé du Nord”. Allí habían transcurrido los últimos dos años de encierro, tratando de recuperarse progresivamente de sus lesiones físicas y mentales.
Esa era la opinión de todos sus cuidadores, especialmente el Dr. Eric Shumacher´s, su médico de atención personal.
Eric, era un tipo guapo y educado, de los que gustan a las mujeres desde la primera impresión. Su aspecto pulcro y su estatus, le conferían las cualidades necesarias para hacerse el máximo responsable del tratamiento de la delicada y frágil paciente, que le había recomendado la Junta Rectora del Centro.
Amber, de excepcional belleza y de extrema delicadeza, lacerada profundamente por el destino y que había sido injustamente atacada, tanto física, como psicológicamente, con una terrible experiencia, por la que estuvo a punto de perecer…
Eric se propuso eliminar en lo posible esaexperiencia. Dejar apenas un pequeño punto en su cerebro, marcado por un lejano recuerdo. Eric Shumacher´s, era el mejor en su especialidad y cuando se lo proponía, el único, en obtener resultados espectacularmente positivos, en terapias agudas por terrores graves.