Los asesinos a sueldo Vincent Vega (John Travolta) y Jules Winnfield (Samuel L. Jackson) trabajan para un mafioso llamado Marsellus Wallace (Ving Rhames). Vincent tendrá que proteger a la pareja de Marsellus, Mia (Uma Thurman), quien termina al borde de la muerte tras una sobredosis de heroína. Por otra parte un boxeador llamado Butch Coolidge (Bruce Willis) pretende escapar de la ciudad tras no cumplir con el combate amañado que había convenido con Wallace.
Segundo largo de ese cinéfilo llamado Quentin Tarantino después de su magnífica "Reservoir Dogs" en el cual el director y guionista de Knoxville exprime y conjuga con talento todas sus influencias culturales que abarcan desde las películas orientales de acción, pasando por series de televisión, el pulp (unas revistas ilustradas con llamativas portadas que contenían relatos básicamente de género negro, aunque se tocaban muchos otros temas como la ciencia- ficción o aventuras, y que dieron renombre a autores tan conocidos como Edgar Rice Borroughs, Leigh Brackett o Dashiell Hammett) hasta una gran retahíla de films de serie B clásico pertenecientes al género de acción que seguro pasaba horas y horas contemplando desde su puesto de trabajo en un pequeño videoclub.
Junto a su habitual colaborador en los textos, Roger Avary, Tarantino narra jugando con el tiempo la historia de dos asesinos a sueldo encarnados por un recuperado John Travolta (gracias a este papel saldría de un prolongado ostracismo) y Samuel L. Jackson, con un personaje ciertamente memorable colmado de divertida filosofía ascética.
Utilizando una estructura episódica, la película aborda no solamente los códigos de honor existentes entre mafiosos y matones, sino que sirve asimismo a su director para plasmar todo el sentir y actuar del pueblo estadounidense, visto claro está, desde sus propias referencias formativas, en un soez pero divertido e incisivo guión lleno de inesperados y resueltos giros; la violencia, el sexo, las drogas, la fast- food, los coches, los restaurantes temáticos, la televisión, la mezcla de culturas van desfilando por el metraje con un formato visual deslumbrante que sirve para dotar a la película de un constante ritmo, sin apenas altibajos a pesar de su larga extensión.
Con un sinfín de homenajes y citas a iconos y personajes de la cultura americana (desde Douglas Sirk hasta Marilyn Monroe, desde la pareja Lewis/Martin hasta el rock de los 50), una notoria banda sonora repleta de grandes canciones interpretadas por ilustres músicos del pasado, como el surfer Dick Dale, el soulman Al Green, los funkies Kool & The Gang, la maravillosa diva británica de los 60, Dusty Springfield, el padre del rock & roll, Chuck Berry o los contemporáneos Urge Overkill, versionando un viejo tema de Neil Diamond; unos personajes singulares bien desarrollados que mantienen unas conversaciones vívidamente intensas sirven a Tarantino para filmar una gran película.(alohacriticon.com)