Puñalada trapera
Antología de cuento colombiano
Colección Letras milBogotá, Editorial Rey Naranjo, 2017
La bien cuidada antología producida en tapa dura, con ilustraciones de Marcela Quiroz, es uno de los aciertos editoriales del 2017. Juan Fernando Hincapie, hizo un cuidadoso ejercicio de selección, entre las páginas del volumen podemos apreciar la afinidad que siente por 22 escritores que, más allá de proponer una narrativa innovadora, se limitan a la tan llamada afinidad afectiva y al posicionamiento de nombres que en el futuro puedan servir como orientación a la hora de realizar un estudio crítico sobre la nueva narrativa colombiana.
Sin embargo, el libro no logra ir más allá de aquello que Borges solía denominar como la arbitrariedad que contiene toda antología. Si observamos el libro en conjunto, los autores devienen, la mayoría de las veces, de talleres y maestrías de escritura, algunos de los escritores se encuentran viviendo en ciudades lejanas y, otros, han logrado un reconocimiento con algunas colecciones publicadas por editoriales famosas. No hay un dato marginal, un secreto narrativo, todos son figuras públicas que han demostrado un trabajo constante y serio que no los pone en el lado sincero de la propuesta editorial: presentar un grupo ajeno e independiente que aseste esa puñada a la demanda literaria monopolizadora.
John Naranjo pierde su apuesta ya que su selección no rompe con los paradigmas del mercado editorial. La gran mayoría de los convocados son autores que están siendo publicados por Seix Barral, Alfaguara o Mondadori y otros han incursionado en revistas como SoHo, Semana y Gaceta; finalmente, algunos han sido seleccionados dentro de las listas anuales de los escritores más representativos de América Latina; teniendo estos datos, me pregunto: ¿dónde está el quiebre que Naranjo e Hincapie pronuncian con tanto fervor? Todos los autores son parte de esa maquinaria que ellos supuestamente quieren atacar.
Dejando de lado este pequeñito detalle, Puñalada trapera, es un libro bien hecho, las ilustraciones de Marcela Quiroz insinúan todo lo necesario y la delicadeza de su trazo concibe y atrapa casi todas las intenciones de cada relato. Hay cuentos muy bien logrados, Mónica Gil Restrepo, Andrés Mauricio Muñoz, Daisy Hernández, Andrés Felipe Solano, Juliana Restrepo y Daniel Villabón son algunos de los escritores que sorprenden.
El resto, exploran formas y temas que se quedan en lo anecdótico, en lo experimental. En muchas ocasiones atinan pero no consiguen esa explosión o incertidumbre total.
La antología se encuentra en varias librerías del país, los 22 relatos distraen y sirven para medirles el pulso a los autores más reconocidos en todos los ámbitos de la narrativa, dentro y fuera del país. Recomiendo, más allá de los autores mencionados, detenerse en La lumbre en mi vientre y Un ringlete; Cuentos desasosegantes y atrevidos.
A veces, las apuestas en las antologías dependen mucho del criterio editorial, de los afectos, de las obligaciones temáticas y de otro tanto de condiciones ajenas a lo que un antologador quisiera finalmente. Puñalada trapera consigue traicionar la intención primaria, pero logra dar a conocer un panorama de la nueva literatura colombiana que no dejará a nadie indiferente.