Revista En Femenino

Punción de un quiste folicular

Por Clara Ingeniera @mamaingeniera

Empiezo a escribir esta entrada a las 6:18 de la mañana. Y es que, aprovechando los mimitos de maridín, entre los que se encuentra la tarea de pasear a nuestra perra, no he podido dejar de relatar mi experiencia en la punción de un quiste ovárico.

Hace más de un año que soy consciente de que tenía un quiste ovárico, un quiste residual o quiste folicular. Lo han llamado de tantas maneras durante este tiempo, que ya me pierdo. Además, mi antigua ginecóloga, no le daba la menor importancia, es más, solía confundirlo con un folículo más, haciéndome creer que varios meses ovulaba doble.

Yo le insistía en que si no debíamos deshacernos de él, y ella siempre me respondía que si el Omifín no le había hecho inmutarse, unas anticonceptivas tampoco harían nada. Así que, ahí seguía.

Y llegó el cambio de ginecólogo, mi primera visita a la clínica de infertilidad, y las respuestas a todos mis problemas.

El pasado martes, acudí a la consulta de la clínica de infertilidad para ver si podía empezar a inyectarme Procrin. Todo lo que allí ocurrió, y el motivo de la entrada de hoy, lo podéis leer aquí.

Al final, como bien sabéis, decidí ir a por todas y someterme a la intervención.

Ayer jueves, yo llegué al hospital dónde me iban a realizar la extracción del quiste. Iba acojonada, no os voy a engañar, y seguía sin saber si me pondrían anestesia o no, ya que en todos los documentos que tenía, tanto de la clínica de infertilidad como de la mutua, se contemplaba la opción de sedación profunda. Tenía una pequeña esperanza de que así fuera.

Cuando llegó mi turno, una chica de mi edad me vio tan nerviosa que me explicó muy detenidamente como iba a ser todo. También me dijo que me harían la punción sin anestesia y que lo hacían así porque resultaba más molesto la colocación de la vía que el pinchacito en si.

La única vía que me han puesto, fue en la operación de amígdalas de hace 25 años, así que, no recuerdo lo que es.

Me desnudé entera, y me vestí de quirófano. Una bata azul, polainas y gorro verde. Me sentí tan vulnerable en aquel momento, que los nervios casi me traicionaron, pues estuve a punto de echarme a llorar. Pero no lo hice. Respiré profundo, me calmé, y la puerta de quirófano se abrió con una enfermera muy sonriente.

En quirófano estaba la susodicha enfermera, que me cogió de la mano todo el rato y fue súper cariñosa conmigo, el jefe de reproducción asistida (RA) de mi clínica, que también era un amor, y el que cortaba el bacalao, un tío serio que no se reía ni a la de tres.

Entre la enfermera y el jefe de RA, me cogían de las manos y me hacían reír. Me dijeron que lo más molesto iba a ser el espéculo y la limpieza de la vagina con yodo.

El que cortaba el bacalao, metió sin ningún cuidado, el dichoso espéculo que yo llamo boca de pato. Me molestó bastante, y la limpieza interior ya ni os cuento. Yo ponía caras, me medio reía… ¡no sabía que hacer! pues tenía a la enfermera y al otro dándome mimos non-stop.

Entonces, el de allí abajo, metió el ecógrafo sin ningún cuidado también, y los de arriba me calmaron: “Tranquila, tranquila, si es la ecografía! Puedes verlo en la pantalla!”

Y fue cuando noté como me desgarraba por dentro, como si algo se rompiera. El dolor intenso duró 5 segundos, quizás un poquito más, pero yo misma pude ver en la pantalla como la aguja había penetrado el quiste y succionaba su interior. El dolor me quitó la respiración, y comencé a apretar la mano de la enfermera y a respirar profundo.

En cuanto me sacaron el aparatejo del demonio de ahí dentro, comenzaron los halagos.

“¡Qué valiente has sido! ¿Ves como no ha sido nada?”

Los cojones. Claro que duele, coño. Es un dolor interno que no se puede comparar con algo externo, como una herida, o un pinchazo. Es un dolor en el que no puedes llevarte la mano a la zona para calmarte. Duele el ovario en sí, y lo único que se puede hacer es hincharse a ibuprofenos.

Les di las gracias y salí de quirófano. Me limpié los chorretones de yodo y me vestí. Salí caminando con cuidado porque estaba adolorida y maridín flipó: “¿ya?”

Mi suegro vino a recogerme en coche, pues seguía estando en ayunas a las 11 de la mañana y yo estaba muy débil. Almorcé una hamburguesa, y me eché en la cama hasta que se hizo la hora de trabajar, ya que le cambié el horario a una compañera. Durante la tarde, tuve dolor leve, sobre todo cuando la vejiga se llenaba. Debía presionarme el ovario y eso me creaba una molestia importante.

¿Qué decir de una punción de un único quiste sin anestesia?

Pues que duele. Es un dolor intenso, y quien diga lo contrario, miente. Pero es soportable, y si yo he podido hacerlo, cualquiera puede. Hay que armarse de valor, abrirse de patas y dejarse llevar. Dura tan poquito, que merece la pena. De hecho, aunque me dolió, salí de allí teniendo la impresión de que me había molestado más la limpieza con yodo, que el pinchazo en sí.

Quería escribir esta entrada porque, después de saber la noticia el pasado martes, busqué y busqué información y, ¡apenas encontré nada! Así que espero que mi experiencia pueda ayudar a cualquiera que tenga que pasar por lo mismo.

Ahora ya no tengo quiste, y tengo el Gonal preparado para cuando me venga la regla. ¡Cruzad los dedos para que venga el día 4 o se adelante!

P.D.: Quería agradeceros todas las muestras de cariño y los mensajes de preocupación a través de Twitter y del blog. Sois muy grandes y formáis parte de mi familia 2.0. Esto no tendría sentido sin vosotras, y lo sabéis. GRACIAS.


Punción de un quiste folicular

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