Magazine
Fuimos en la vida un instante, un punto de choque. Dos canicas que se golpean fuertemente, y que irremediablemente vuelven a separarse. La fuerza que nos atrajo desde puntos tan lejanos y dispares, hasta colisionar y hacer saltar chispas y destellos y fuegos artificiales, fue esa misma que dividió el camino en dos, alejándonos cada vez más y más y más, hasta perdernos de vista en el infinito y para siempre.
¿Qué posibilidades hay de que el destino y todas las fuerzas del universo jueguen otra vez a juntarnos en la misma trayectoria? Prácticamente nulas, pues nunca supimos hacer otra cosa más que rodar.
Pero, hagamos que ocurra, juguemos otra partida. Seamos de ese tipo de bolas que se acercan y siguen rodando juntas por inercia, hasta quedarse quietas en el mismo punto.
Hagamos que ocurra, sólo una vez más.
También podría interesarte :