Durante varios años, Punto Pelota había sido la punta de lanza del llamado nacional-madridismo. Desde su púlpito, gente como Tomás Roncero o Frederick Hermel habían lanzado sus dardos envenenados contra el FC Barcelona y a favor del Real Madrid. En todo este tiempo, sus contertulios han pasado las fronteras que, en mi opinión, jamás debería traspasar un periodista mínimamente serio o por lo menos que se autocalificara como periodista serio. Decidieron, voluntariamente, formar parte de un circo mediático que ha acabado convirtiéndose, con el paso de los años, en un monstruo imposible de controlar. Y lo peor de todo no es el hecho en sí de esta metamorfosis, la cual ya es bastante mala, sino que han creado escuela, llegando a tener infinidad de seguidores, los cuales les ven como poco menos que a héroes, como muestran la infinidad de mensajes de apoyo que su tertuliano estrella, el redactor jefe de la sección del Real Madrid del diario AS, Tomás Roncero, recibe en su cuenta de Twittercasi a diario. No pocos de estos seguidores le aplauden hasta con las orejas cada vez que lanza cualquier mensaje de la que yo califico como su verdad, y es que desde hace tiempo opino que, en ocasiones, la verdad es muy subjetiva, y esta clase de ¿profesionales? la saben manejar muy bien.
Esta misma semana, su presentador, el catalán Josep Pedrerol, ha sido despedido. Los guardias de seguridad le impidieron la entrada a las instalaciones de Intereconomía TV, no pudiendo siquiera entrar para recoger sus enseres personales. A partir de entonces, la campaña contra los directivos de la cadena dio comienzo, aunque hay que reconocer que en esta ocasión no les faltaba razón debido al impago de varios meses tanto del presentador como de varios colaboradores, siendo la razón del despido unas quejas que el hasta hace pocos días director y presentador del programa hizo en una entrevista. Como era de esperar, las muestras de apoyo no se hicieron esperar, aunque es probable que hayan faltado los mensajes de aquellos que se alegran de que, como parecen indicar los datos de audiencia, la ausencia de Pedrerol pueda significar el principio del fin de Punto Pelota. Y es que, según se ha publicado, la audiencia del programa cayó en picado tras el despido del presentador. ¿Es quizás una señal del principio del fin de este programa?
Personalmente no soy de los que se alegra de que haya gente que se quede sin trabajo, pero hay ocasiones en las que no puedo evitar alegrarme por el fin de una etapa, aunque soy consciente de que, en el fondo, no se trata de un fin de etapa, sino simplemente de un cambio, ya que es probable que, en breve, les veremos en cualquier otra emisora haciendo exactamente lo que han venido haciendo el último lustro, y no es otra cosa que sacando toda la bilis que se les ha ido acumulando en su interior y que han de sacar por algún lado. Además, de alguna manera tendrán que seguir con la cruzada contra esa “gran mentira” que es el FC Barcelona, equipo al cual ellos consideran una simple moda, al mismo tiempo que intentan acercar al resto de mortales hacia la “luz” que representa el Real Madrid. En este sentido, creo que la mejor opción es no darle más importancia de la que realmente tiene, y es que, en el fondo, lo único que hacen es representar un papel.
Desgraciadamente, hay mucha gente que no lo ha entendido, y se creen a pies juntillas todo lo que dicen en los diferentes medios. Personalmente, como digo, hace tiempo que llegué a la conclusión que se limitan a decir todo aquello que sus seguidores quieren escuchar y se comportan tal y como todo el mundo espera que hagan. Para los que no me crean, simplemente hago una simple pregunta: ¿Qué harían si mañana, Tomás Roncero saliera a la palestra diciendo que el Barcelona lo ha ganado todo justamente y es el mejor equipo del mundo? Pues que nadie le creería ni le tomaría en serio. En cambio, si monta el paripé que monta todas las noches, pues recibe decenas de mensajes de ánimo. Así se simple. Así de triste. Y que presumiblemente ya no pueda hacerlo en Intereconomía no quiere decir que no pueda hacerlo en ningún otro lugar. Simplemente habrá que esperar noticias.