Beatriz Benéitez Burgada. SantanderLos puntos de encuentro traen a menudo consecuencias positivas. Casi siempre hay alguien que, por suerte, acaba sacando algo en claro. Sean de la naturaleza que sean. Pero hoy me gustaría hablar de los puntos de encuentro empresariales. Especialmente en esta época en la que las empresas lo están pasando tan mal, quizá no sería mala idea fomentarlos. Puede que un proyecto que una empresa no sea capaz de sacar adelante en solitario, pudiera ver la luz si fuesen varias las que uniesen sus fuerzas, sus herramientas, sus ideas y sus recursos. En las ciudades o regiones pequeñas, cuando se dan UTES, joint ventures o cualquier tipo de colaboración entre empresas, a menudo es porque los empresarios se conocen entre sí. Porque uno es amigo del cuñado del otro, o primo segundo de la vecina del tercero. También puede ser porque coinciden en algún acto al que asisten, y surja la chispa. Pero no es lo habitual.
Los puntos de encuentro son interesantes. Y no me refiero a ferias que sirven para intentar vender algo y para saber qué está haciendo la competencia; ni a asociaciones de empresarios de un mismo sector de actividad, que están bien como figura dentro de la sociedad civil organizada pero que, en definitiva, realizan actividades muy similares. Ni a lugares virtuales habilitados en la red para que cada uno exponga sus ideas y ver si salta la liebre; que también están bien y sirven para poner ideas en común. Me refiero a fomentar puntos de encuentro físicos, en los que pudean conocerse hombres y mujeres de empresa que, de otro modo, difícilmente coincidirían. Lugares en el que los empresarios puedan mostrar lo que hacen (en especial sus fortalezas) a las instituciones y a otros empresarios que trabajan en actividades distintas a la suya, o poner en común puntos de vista sobre diversos temas. Los resultados suelen ser buenos; lo sé porque alguna vez he participado en alguno. En estos tiempos, que son tan malos, parece que es cuando menos iniciativas de este tipo de desarrollan. Quizá el desánimo, la desidia o la desesperación lo impidan. Pero no es tiempo de estar sentados mirando quien se desespera más, o quien se hunde primero. Es tiempo de arrimar el hombro, de sumar capacidades, de poner la mente a funcionar, de hacer un esfuerzo extra, de inventar. Y de intentarlo todo. Y a veces, quien menos esperas, puede ser un buen compañero en un trayecto del camino. Porque puede enseñarte algo que no sabes, y viceversa. Porque tiene lo que a ti te falta. Y porque trabajar en equipo, a veces, resulta. Es importante para la sociedad que las empresas empiecen a ver la luz, porque son las que generan y mantienen empleo; Y el empleo es fundamental para que el consumo aumente de nuevo. Y ese consumo genera nuevos puestos de trabajo.... y así sucesivamente.