Puppy solo quería jugar. La bolsa de la basura casi no llega al contenedor porque el perrito se empeñaba en deshacer el nudo y mordisquear las esquinas. La puerta de nuestro jardín permanecía cerrada, pero en cuanto se abría un resquicio, Puppy entraba como una bala correteando. Aquí lo tenéis, en busca de juegos en medio del jardín, ¡mirad el tamaño que tiene!. La noche cayó, y había que irse, de modo que no quedaba más remedio que intentar introducir al perro en su jardín, y devolverlo con su familia, intentando poner las medidas necesarias para que no se volviese a escapar. Dentro de unos meses, cuando lo vuelva a ver, seguro que dobla el tamaño y no tiene tantas ganas de correr... xD
