Revista Diario

Puppy

Por Yopo
Este fin de semana volví a un lugar que hacía mucho tiempo no pisaba. El pueblo. Sí, ese rincón en la montaña del que ya os he hablado en anteriores ocasiones, y que me ha fascinado desde siempre. Pues fui sin grandes pretensiones, y me encontré con el otoño en pleno auge, una mezcla de colores hermosísima que jamás había visto en este lugar. Es precioso comprobar in situ la magia de esta estación, que para mí tiene muchos más matices y tonos que la primavera, aún sin flores. No obstante, obviando al otoño, la mayor sorpresa del día nos la dió un pequeño cachorrito sin nombre conocido, al que para facilitar el relato denominaremos Puppy. No me he roto el coco a pensar...xD. Pues bien, Puppy es un cachorro de mastín nacido hace un par de meses, que junto con dos hermanos más conforman la camada de la perra de la vecina. Su mascota, entiéndase. Los asustadizos perritos tienen una casita en su jardín, que se puede ver a través de las verjas, al acercarse. Los pobres perros estaban solos este fin de semana, ya que los dueños se encontraban en la ciudad. De esta manera, cuando llegamos, nos recibieron con abundantes ladridos, y al rato, sin saber como, Puppy se presentó en nuestra casa, feliz de haberse escapado. Este inteligente cachorrito había salido por algún recoveco, por el que su madre obviamente no podía pasar, y por el que sus hermanos debían tener miedo siquiera de intentarlo. Al principio Puppy se mostraba feliz de ver compañía en el solitario pueblo, pero no se acercaba demasiado. Luego cogió confianza, se fue soltando, y estuvo toda la tarde con nosotros. Es un cachorrillo muuuy guapo, aunque ya tiene un tamaño considerable pese a contar solo con dos meses de vida. 
Puppy solo quería jugar. La bolsa de la basura casi no llega al contenedor porque el perrito se empeñaba en deshacer el nudo y mordisquear las esquinas. La puerta de nuestro jardín permanecía cerrada, pero en cuanto se abría un resquicio, Puppy entraba como una bala correteando. Aquí lo tenéis, en busca de juegos en medio del jardín, ¡mirad el tamaño que tiene!. La noche cayó, y había que irse, de modo que no quedaba más remedio que intentar introducir al perro en su jardín, y devolverlo con su familia, intentando poner las medidas necesarias para que no se volviese a escapar. Dentro de unos meses, cuando lo vuelva a ver, seguro que dobla el tamaño y no tiene tantas ganas de correr... xD
Puppy

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