Revista Atletismo

Pura Emoción. Crónica del I Trail Coria El Rocío

Por Medrunning @medrunning
Escribo esto, una semana después de terminar este gran reto. Por fin he sacado fuerzas e inspiración para hablar de esta carrera. Un evento que me ha generado una dicotomía de sentimientos. Una mezcla de amor-odio de los buenos. Emoción, mucha emoción.
La historia, empieza y termina con mi pareja. Ella fue la encargada de contactar con los chicos del Club Deportivo Hispanos, que fueron los que nos invitaron a participar en el evento. Por ello, y por muchas más cosas, les tengo que dar las gracias.
Después de una semana aprovisionándonos del material que necesitaríamos y mentalizándonos para la prueba, nos plantamos a las 6:30 en la línea de salida. Habíamos dormido muy poco, pero estábamos muy emocionados. Yo estaba mitad acojonado, mitad ilusionado.
Pura Emoción. Crónica del I Trail Coria El Rocío
El evento, como era de esperar, sería muy íntimo. Apenas un centenar de corredores se dieron cita junto al arco de salida de "Europa FM". Apenas 50 consiguieron llegar al final o se presentaron para realizar la prueba. Una prueba única y exclusiva en su primera edición.
El speaker dio la orden de salida y comenzamos a correr. El primer kilómetro transcurrió sin muchos problemas. Acompañé a Marta hasta llega al límite del pueblo, y me despedí de ella con más miedo/preocupación, que ganas de darle ánimos.
Al salir de Coria, comenzó el paisaje que nos acompañaría prácticamente la totalidad del recorrido: campo y sendero. El camino dirección al Rocío, nos acogió con los brazos abiertos. Una estampa inigualable, en pleno apogeo del amanecer del día. Que belleza.
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Decidí que iba a correr hasta el KM 30 y así lo hice. Comencé mi andadura a un trote considerable y en cuanto retomé "posiciones", me situé junto a Teófilo con el que estuve charlando un ratito. Gracias a él, se me hizo mucho más liviana la primera parte de la carrera.
Hubo un momento en el que estuve corriendo con un grupito de personas. Sin embargo, el cuerpo me pedía meter una marcha más y así lo hice. El camino era increíble para correr, y muy pronto emprendí mi andadura en solitario allá por el kilómetro 6.
Al llegar al primer avituallamiento, un poco de agua y a seguir. El camino en solitario se me agotó pronto (gracias a Dios). Allá por el kilómetro 8-9 me topé con Pepe, un hombre con el que sentí conexión desde el principio y que, al llevar un ritmo interesante, me hizo de liebre.
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Con la charleta, los paisajes campestres y el buen ritmo, pasamos la media maratón en menos de dos horas. Al llegar al avituallamiento del KM22 nos detuvimos un poco a deleitarnos con los manjares deportivos que nos ofrecieron: plátanos, naranja, gominolas e hidratación.
En todo momento, íbamos siguiendo el camino de frente. El recorrido era muy intuitivo aunque en algunas ocasiones, estuvimos preocupados sobre que camino tomar. En esos momentos, en esas encrucijadas, tuvimos la suerte de llevar a alguien delante o de ver una baliza.
Al llegar a Villamanrique, ya sentía que el cuerpo no me estaba respondiendo como yo quisiera. Seguíamos corriendo Pepe y yo, pero estaba deseando llegar al gran avituallamiento del KM29 para replantear la estrategia. Los voluntarios, nos hicieron de guía por la zona.
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De Villamanrique recuerdo el silencio. Serían las 10 de la mañana o algo más pronto cuando llegamos. Las calles estaban prácticamente desiertas, y había muy pocas personas por el pueblo. El camino al polideportivo se hizo largo. Ya pasé por allí en 2010, camino de la ermita.
Llegamos al 29 en unas 2 horas 45 minutos. Nos quedaba la mitad del recorrido, y más de cinco horas para terminarlo. En el avituallamiento estaba Jose Antonio de SevillaCorre, al que no tengo palabras para agradecerle que decidiera acompañarnos. Gracias por venir y por las instantáneas.
En el 29 estuvimos un buen rato. Hidratándonos, rellenando la mochila con agua, tomando un bocadillo, gominolas, plátano, isotónica. Vamos, que me puse "puo" de energía. Pepe me instó a continuar y allá que volvimos a emprender la marcha.
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Cuando llegamos a la zona de "carretera", me quería morir de la angustia. Se nos vino encima un tramo largo de carretera en el horizonte. Le comenté a Pepe que ese tramo, me recordaba a la maldita "Avenida de la Palmera" en la maratón de Sevilla. Que largo se nos hizo.
Fue en ese punto, cuando decidimos comenzar con la técnica de correr durante 8 minutos y andar 2. En algunos momentos incluso, nos tuvimos que parar y andar para poder asumir las cuestas. Ese tramo mentalmente, hizo pupa. Quería volver al sendero.
Llegamos al KM38-39. Último avituallamiento, antes de comenzar el tramo de pesadilla. En esta parada los voluntarios nos ayudaron en todo momento. Nos instaron a beber bien, a reponer las reservas de agua y nos dieron ánimo para continuar. Gracias chicos.
El recorrido se complicó. Aunque a paso lento, yo podía seguir corriendo. Sin embargo, seguimos con la estrategia de andar un poco y correr otro tanto. Con cada "arrancada" las ganas de correr se me quitaban. Cada vez era más difícil continuar.
Echando la vista atrás, ese fue un momento importante de la carrera. El terreno se volvió de mayor dificultad. Pasamos del cómodo sendero, al camino de arena. Pasamos de "estar frescos" a estar cansados y deshidratados. Pasamos de una temperatura agradable, a una temperatura más cálida que en nuestra situación, se tornaba sutilmente molesta.
Fue también un momento importante por la unión que hicimos Pepe y yo. Si hubiera ido solo, no sé muy bien si habría conseguido llegar. Probablemente hubiera seguido corriendo como un inconsciente, hasta agotar las energías. Gracias Pepe.

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Sin Pepe, no hubiera terminado esta carrera

Al pasar del kilómetro 42, fue mi compañero quien me advirtió que habíamos superado nuestro "umbral máximo" de kilómetros. En ese momento, mi respuesta fue hosca. Algo parecido a: "pues menos mal, pero estoy deseando llegar ya a la meta". Estaba mentalmente agotado.
Los minutos en el reloj seguían pasando lentamente. Apenas podíamos correr un par de segundos, y teníamos que deternernos de nuevo a andar. Pepe guiaba unos tramos, y yo guiaba otros tantos. Nos dábamos fuerzas mutuamente, aunque él llevaba la cabeza mejor que yo.
Durante unos kilómetros, le dimos caza a otro corredor que muy pronto, se convirtió en una liebre a seguir. Intentamos ir a la par de él, ir a su ritmo. Finalmente terminó marchándose en el horizonte. Allá por el KM48, a los que dieron caza fue a nosotros. Otro corredor, Miguel.

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Gracias a Miguel, también pude terminar esta carrera

Cada vez sentía que las piernas pesaban más y más. El estómago revuelto, la cabeza ida. Mezcla de cansancio y de deshidratación. El corazón latía a un ritmo demasiado lento para las circunstancias. Y la arena, la maldita arena nos rodeaba por todas partes.
Una semana después, soy capaz de recordar la belleza del camino. El paraje natural tan hermoso de la Raya, pasar junto al Parque de Doñana, atravesar los pinares en total y absoluto silencio. Lo recuerdo, porque lo sufrí cuando peregriné al Rocío.
Fue durante los últimos 10 kilómetros, cuando descubrí lo que significa realmente correr más allá de la maratón. Cuando descubrí lo que significa hidratarte bien, comer bien, planear la estrategia bien y sobre todo, guardar cada caloría de energía como si fuera la última.
Al llegar al kilómetro 50, comenzó el calvario. Los músculos ya me habían estado avisando. Trotamos un poco y, al pararme lo sentí. Un hormigueo comenzó a latir en el tendón de Aquiles. Rápido e inexorable, se extendió por todo el gemelo.
La orden ya estaba dada y comenzó el dolor. Todo el gemelo izquierdo se me contrajo. Me desplomé en el suelo y empecé a gritar en medio de las arenas. No podía moverme, no podía parar de retorcerme. No sabía que hacer. El dolor era insoportable.
Miguel vino corriendo. Pepe ya estaba a mi lado, intentando ayudarme. Miguel me echó Reflex en el gemelo y en el cuádriceps. El dolor remitió un poco. Fue en ese trajín, intentando quitar el calambre del gemelo cuando se me quedó cogido el cuádriceps izquierdo. Más dolor.
Para más INRI, cuando intentaba levantarme apoyando el peso en la pierna derecha, se me quedaba cogido el gemelo de la derecha también. Dolor, dolor y más dolor. Después de unos minutos angustiosos, conseguí levantarme tras adaptarme al sufrimiento.
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Emprendimos de nuevo el camino. En esta ocasión, sólo podía andar. Fueron los 4 kilómetros más largos de toda mi vida. Vigilando cada paso, buscando las posiciones que me asegurasen la menor contracción muscular. Más deshidratado, más confuso, más dolorido.
Pasamos de poder terminar en menos de 6 horas, a aspirar a las 6:15. Pepe no me abandonaba. Se preocupó por mí. Estuvo a mi lado. No sé que habría hecho en la misma situación estando solo. No sé que habría pasado...le debo sin dudas, terminar esta carrera.
Cuando estuvimos en la aldea del Rocío, le dije que continuara sin mi. Él tenía fuerzas de sobra, y yo ya estaba en una zona controlada. Era el KM52 y por fin habíamos llegado a El Rocío. Le ví emprender su marcha en el horizonte. Yo seguí andando.
Esos dos últimos kilómetros me dediqué a intentar llegar en buen estado. Todo lo que me rodeaba era precioso "a su manera". La arena seguía rodeándome por todas partes, por lo que terminé aborreciéndola. Metro a metro, fui llegando al final.
Ya oía la música de fondo. En un pequeño trocito de césped junto a la meta, algunos familiares me animaban y daban la enhorabuena. Decidí entrar corriendo. Un último tirón, hice acopio de las últimas fuerzas y entré trotando bajo la gloriosa voz del speaker.
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Los voluntarios se me acercaron, me ofrecieron agua, me dieron la bolsa del corredor y me echaron las correspondientes fotos.¡Que gran recibimiento!. Todo era exquisitamente personalizado, había merecido la pena llegar. Había merecido la pena el esfuerzo.
Tambaleándome, fui a recoger mis cosas y a darme una ducha fría. Lo había logrado. Había terminado el primera trail de mi vida. Los primeros 54 kilómetros seguidos de mi vida. El primer trail solidario Coria - El Rocío. Era Finisher.
Entré en 6 horas 14 minutos y 25 segundos. Y el resto de la historia, más o menos la conocéis. Pase el resto del tiempo esperando preocupado a Marta, quien finalmente llegó realizando los 54 kilómetros por primera vez en su vida. Lo suyo, no tiene nombre. Increíble.

Pura Emoción. Crónica del I Trail Coria El Rocío

Imagen obtenida/modificada de: SevillaCorre.com

Estuvimos el resto del día de convivencia con el resto de corredores y familiares. Se hizo un sorteo de productos, en el que me tocaron unos calcetines y unos manguitos chulísimos. Estuve conociendo a los voluntarios y charlando con ellos. Pasando un rato "en familia".
Nos llevamos la sorpresa, de ver como Marta ganaba el trofeo a la 3º Clasificada femenina de la prueba. Enhorabuena campeona. Hicimos amistad con los corianos, y finalmente gracias a Rosa & Gustavo, pudimos volver a casa sanos y salvo.
Me llevo muchísimo de este evento. Me llevo una experiencia inolvidable. Me llevo una prueba organizada desde el cariño y intentando cuidar cada detalle. Me llevo haber conocido a personas increíbles. Me llevo haber aprendido el verdadero espíritu del compañerismo.
Pura Emoción. Crónica del I Trail Coria El Rocío

Me llevo una lección de como asumir este tipo de carreras, y de cómo no hacerlo. Me llevo sorpresas, miedo, ilusión, preocupación, felicidad, frustración, y emoción, mucha emoción. 
Sólo me queda darle las gracias al elenco de voluntarios que estuvieron velando por nuestra seguridad, a los corianos y miembros el Club Deportivo Hispanos, a Pepe, a Miguel, a todos y cada uno de los corredores de la prueba.  A Alfonso y Pepe por cuidar de Marta.
Darle las gracias a Jose Antonio, por acompañarnos y por su gran labor como fotógrafo. Darle las gracias a Marta, mi compañera fiel y querida de aventuras. Y por supuesto, daros las gracias a todos los que me apoyasteis o que estáis leyendo esta crónica.
Pura Emoción. Crónica del I Trail Coria El Rocío

A todos vosotros, os recomiendo esta prueba. A todos vosotros, espero veros el año que viene en el II Trail Coria El Rocío. Tenéis que vivir esta experiencia. Tenéis que sentirla en vuestra piel, porque no la olvidaréis jamás. Única, es la palabra que define a esta carrera.
Me siento muy afortunado de haberla corrido. Me siento muy afortunado, de haber formado parte de los 47 finishers que conseguimos realizarla. No cambiaría esta aventura por nada. Esta es mi crónica, esta es mi experiencia, y estas son mis aventuras. Hasta pronto.

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Finisher del I Trail Solidario Coria El Rocío


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