«Cuando la mujer desnuda cayó sobre las losetas del suelo, ya no se movió. La mujer con la bolsa en la cabeza yacía en medio de aquel cuarto era una extraña y Aliide ya no estaba allí; su corazón corría con sus patas de insecto hacia las rendijas, se fundía con las raíces que crecían en la tierra debajo de aquel cuarto. “¿La usamos para hacer jabón?”
La mujer no se movía, no oía. Se había convertido en una mancha de saliva en la pata de la mesa, al lado del agujero de polilla, dentro de un agujero redondo en la madera, en la madera de aliso, en un árbol crecido en la tierra de Estonia, en la madera donde aún se podía sentir el bosque, donde todavía se sentía el agua y las raíces y los topos (…)»
En una despoblada zona rural de Estonia, en 1992, recuperada la independencia de la pequeña república báltica, Aliide Truu, una anciana que malvive sola junto al bosque, encuentra en su jardín a una joven desconocida, exhausta y desorientada. Se trata de Zara, una veinteañera rusa, víctima del tráfico de mujeres, que ha logrado escapar de sus captores y ha acudido a la casa de Aliide en busca de una ayuda que necesita desesperadamente. A medida que Aliide supera la desconfianza inicial, y se establece un frágil vínculo entre las dos mujeres, emerge un complejo drama de viejas rivalidades y deslealtades que han arruinado la vida de una familia.
Mi propio resumen-síntesis sin spoiler
La narración alterna varios periodos temporales clave en la vida de dos mujeres muy diferentes, de distintas generaciones. Dos mujeres que se encuentran cuando Zara, una chica rusa que hablaba estonio, llega (¿por casualidad?) a la casa de una anciana campesina, Aliide Truu, huyendo de sus captores Lavrenti y Paša y de la red de trata de blancas en la que estaba presa. La relación entre ambas es al principio tensa, Aliide cree que puede ser una ladrona o un cebo para posibles salteadores y Zara solo quiere que no la encuentren, que le ayuden a escapar.
Aquella vivacidad en los ojos, no miraba como los ladrones, sino más bien como un perro siempre alerta para que los niños no le pisen el rabo. Su expresión era huidiza, como si se estuviese encogiendo. Los ladrones no eran así, ni siquiera los que aprendían a robar a base de sopapos.
Ambas tienen muchas cosas en común, de hecho, más de las que ellas creen en un principio. Las dos han logrado sobrevivir en un mundo y en una época donde las mujeres son sometidas a una violencia extrema, han sido en algún momento de sus vidas degradadas, vejadas, y las dos están unidas por el pasado, una unión que se ve reflejada en la fotografía que la chica rusa lleva en el bolsillo.
Aliide cuida unos días de Zara, mientras esta se deja cuidar sin perder de vista la ventana, por el temor a la aparición en cualquier momento de ese coche con sus captores y se conocen más, crean lazos o refuerzan aquellos que desconocían pero que ya existían.
En “Purga”, hay continuos saltos en el tiempo que no dificultan la lectura. Comienza y termina en 1992, un año después de la independencia de Estonia tras un largo periodo de ocupación rusa. A través de estos dos personajes, Aliide Truu y Zara, Oksanen nos brinda una visión bastante fidedigna, aunque más o menos subjetiva de la realidad política y social de ese país en esa época bajo dominación. Una época en la que se cometieron demasiados abusos, atrocidades donde prevalece el miedo, otro de los personajes importantes de la obra, que lo preside todo, desde la primera página. Miedo en el rostro, en la cabeza de Aliide, en su momento presente cuando descubre a Zara en el huerto y en una gran parte de su vida pasada. Y en el rostro de Zara, en su presente, terror a que la encuentren y en su pasado desde que salió de Vladivostok en 1991.
El miedo se había instalado en su propia casa, como si siempre hubiera estado allí. Como si simplemente hubiera estado de visita en algún lugar y hubiese vuelto por la noche.
Las dos nos cuentan su historia. Aliide es de las que se quedaron, más por su necesidad creada que por convencimiento. Enamorada en secreto de Hans Pekk, el marido de su hermana Inge, contrae matrimonio con uno de los líderes prosoviéticos de su pueblo, Martin Truu, por puro interés, por guardarse las espaldas. Y cuando Inge y Linda son deportadas de Estonia, ella es la única que puede mantener a Hans supuestamente muerto en 1950, a buen recaudo escondido en su casa, sin que ni siquiera Martin lo sepa.
Y ni siquiera era suficiente el hecho de que Ingel consiguiese al único hombre que había hecho detenerse el corazón de Aliide, a Hans. No, con eso tampoco bastaba, pues la tan admirada hermosura de Ingel y su sonrisa celestial habían empezado a resplandecer después de conocerlo con una fuerza que no era de este mundo, de un modo aún más cegador.
Y Zara nos cuenta su vida en Vladivostok, con su abuela y su madre, hasta que decidió probar fortuna en Alemania y cayó en una red de la mafia rusa que la obliga a prostituirse.
Se marcharía. Traería un montón de dinero para su abuela y a lo mejor incluso un telescopio. Y a ver si su madre tenía algo que decir cuando volviese con la maleta repleta de dólares y se pagase los estudios, cuando consiguiese una vivienda sólo para ellas y se hiciese médica en un tiempo récord. Tendría su propia habitación, donde podría estudiar tranquila y prepararse para los exámenes, y luciría un peinado occidental, medias brillantes a diario, y la abuela podría buscar la Osa Mayor con un telescopio.
Y hasta aquí puedo contar, no os digo más, no puedo decir más. Tendréis que leerlo vosotr@s para saber qué pasa con Aliide y Zara, y descubrir qué es eso que las une, ese lazo anudado fuerte en el pasado.
Sofi Oksanen es una autora finlandesa-estoniana de mucho éxito en su país. Concretamente con “Purga” encabezó en 2008 las listas finlandesas de libros más vendidos, además de ser la primera obra que ganó simultáneamente el Premio Runeberg, el Premio Finlandia de ficción (los dos Premios más importantes en Finlandia) y el galardón literario de 2010 del Consejo Nórdico. Y no me extraña.
Esta novela me ha fascinado, me ha parecido genial la prosa de la autora, bonita y cuidada, a veces incluso poética, con demasiadas descripciones quizás, pero que en absoluto me han molestado.
Esta la miró a los ojos y Zara sintió su mirada atravesándola, en la boca, en la garganta, y notó que la garganta se le cerraba, que la mirada de su abuela se deslizaba hacia abajo, hacia el corazón, que empezaba a encogérsele. Luego percibió que seguía desde el corazón al estómago, que se le retorció, y a continuación hacia sus piernas, que le empezaron a temblar, y de éstas a las plantas de los pies, que le hormiguearon. Entonces notó una oleada de calor, y su abuela le sonrió.
Me ha interesado sobre todo el poder introducirme en el corazón de esa Estonia subyugada por los soviéticos, saber más acerca de lo ocurrido en ese país totalmente desconocido para mí, durante ese periodo de tiempo que va desde el comienzo de la ocupación en 1940, hasta 1992, año en el que se recobró la independencia. Años de represión, de intentos de lavado de coco a todo aquel que no apoyaba el nuevo régimen, con sus consiguientes efectos mentales y psicológicos, a todos aquellos que no admitieron la imposición de la colectivización de la propiedad, el nuevo modelo.
Resumiendo: “Purga” me ha parecido una lectura muy interesante, que me ha atrapado desde el principio, bien escrita, con pasajes de extrema dureza porque duras son siempre las dictaduras, con sus barbaries, con sus monstruosidades y estas deben salir a la luz, no permanecer en el olvido. Una novela que da fe de las terribles campañas de represión llevadas a cabo por Stalin durante su mandato político, hostigando, maltratando, torturando y expulsando del país a todo aquel que disentía de sus métodos. Un maravilloso reflejo de lo vivido allí en esa época concreta, a través de los ojos de los que se quedaron, como Aliide Truu y de los que fueron deportados, como le ocurrió a su hermana Inge y a su hija Linda. Una trama intensa con amores correspondidos y no correspondidos, rencores, envidias sin límites, deslealtades y rivalidades entre miembros de la misma familia.
De la tierra de la desesperación brotan flores podridas.
Os la recomiendo, no os la podéis perder. Yo por mi parte volveré a leer a Sofi Oksanen, porque cuando un@ autor@ te convence del todo, lo sabes, lo sé, sé que volveré a ella. Así que mi nota esta vez, como no podía ser de otra manera, la máxima: