Moviendo los hilos de Puro Instinct están las hermanas Piper y Skylar Kaplan, un duo californiano que ya había hecho cosas bajo el seudónimo de Pearl Harbor.
Puro Instinct remolonean por las calles del shoegaze y la impostura AOR, son ideales para escuchar bajo el sol de primavera o en una sofocante sobremesa de verano. El primer single de este álbum, Stilyagi, hace una perfecta transición desde el white noise a las guitarras más cristalinas, un misil dream-pop que no deja indiferente porque, a pesar de la contribución de Ariel Pink (Haunted Graffiti) al conjunto del resultado (tormenta sónica, caja de ritmos y otras efervescencias ambientales) lo que hace brillar esta canción es que se trata simplemente de una hermosa melodía y un acertado ejemplo de efectividad a la hora de escribir buenas canciones.
El encanto de Puro Instinct es esa atmósfera amateur que impregna el álbum y la falta de pretensión –fingida o no- en cada uno de los temas. La textura de su música es expansiva, en ningún momento unidireccional, ataca desde todos los frentes y deja una sensación de trabajo por finalizar. Hay plenitud en sus guitarras reverberadas, voces femeninas asemejadas a las de divas que dejaron pasar su momento de gloria, o tal vez más propias de modelos narcotizadas y de mirada triste. Un disco que dejará durante un buen rato el sonido de la melancolía en la atmosfera.
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