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Púrpura

Por Clochard
(Otro relato publicado en la revista digital Valencia Escribe)
Púrpura

Alguien, en cualquier barrio, ciudad, pueblo, debió ser el primero que notó que a algún amigo, hermano, novia, madre, le habían aparecido de repente como unos lunares o manchas ligeramente azuladas en el rostro, las manos, los brazos, las rodillas. Es de suponer que las consultas de médicos, dermatólogos, oncólogos, comenzaran a recibir en pocos días y cada vez con más frecuencia las visitas de personas alarmadas y que ninguno de esos doctores fue capaz de encontrar la causa tras decenas de pruebas, tratamientos, observaciones, radiografías, análisis, remedios, consejos, teorías. Las manchas fueron progresivamente aumentando de tamaño a la vez que oscureciendo y afectando a cada vez más gente.

Al cabo de unos meses ya se podían ver por las calles, esquinas, parques, plazas, cines, bares, a las primeras personas completamente púrpuras. En realidad nadie utilizaba este término, la mayoría de la gente de color normal prefería llamarlos morados. Lo cierto era que la imagen era impactante, los morados parecían dibujos animados que hubiesen cobrado vida con todo el cuerpo de aquel color y las caras oscurecidas en las que de lejos o en plena noche tan solo se distinguían los ojos y los dientes como tres islas de luz en mitad de la penumbra.
Se barajaron miles de hipótesis: invasión extraterrestre, virus mortal, exceso de ingesta de frutas del bosque, exposición exagerada al sol, arándanos transgénicos, entre muchas otras. El caso es que las personas no infectadas, normales, sanas, no afectadas, blancas, negras, amarillas, comenzaron a sentir miedo, desprecio, resquemor, asco, incertidumbre, hacia los morados. No pasó demasiado tiempo desde que los primeros desacuerdos se fueron tornando conflictos y estos pasaron a ser protestas y de ahí a los enfrentamientos y reclamaciones de derechos de unos y otros. Se decidió desde los gobiernos, las instituciones, los ayuntamientos, los mercados, los círculos de poder, las asambleas ciudadanas, restringir los accesos, movimientos, libertades, leyes de los morados. Ante la rebeldía y protestas de estos, que se empeñaban en ser considerados ciudadanos de pleno derecho y encabezados por el Partido de Liberación y Reivindicación Púrpura se optó por perseguirlos, encarcelarlos, represaliarlos, ajusticiarlos y tratar por todos los medios de exterminarlos.
Sin embargo tras cierto tiempo se comenzaron a escuchar voces críticas y a surgir movimientos de resistencia contra la persecución de los morados, se multiplicaron las revueltas y cada vez más gente normal se posicionaba de parte de los púrpura. No sin esfuerzo, lucha, sangre, lágrimas, sacrificio y penalidades los púrpura (ya la mayoría de gente había dejado de llamarles morados) fueron recuperando sus derechos, libertades, vidas, trabajos. Casualmente esto coincidió con la aparición de otro gran brote de manchas o lunares azulados en los rostros y cuerpo de los normales. En pocos años la población púrpura superaba en gran número a la de otros colores y comenzaron a conseguir puestos de gran relevancia en grandes empresas, bancos, ayuntamientos, fondos monetarios, organizaciones mundiales, gobiernos. Fue entonces cuando se decidió que era necesario perseguir, encarcelar, represaliar, ajusticiar y tratar por todos los medios de exterminar a los normales.


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