Revista Cultura y Ocio

PUTA NO SOY: "Yo me llamo Yandí"

Publicado el 21 mayo 2016 por Ana Granger @AnaGranger21
"Y así pasaron varias noches, diría yo que cuatro o cinco, hasta que me tocó vivir la negra madrugada. [...] Me trajeron un espejo al cuarto que pusieron frente a la cama. Por eso, porque había espejo, puedo recordar mejor cada uno de mis gestos, cada una de mis lágrimas. Era un reflejo inevitable el de buscarme en los espejos cuando tenía uno enfrente. Era y es una costumbre que, a pesar del horror de aquella noche, he mantenido siempre."
Fragmento de Puta no soy de Charo Izquierdo

de Charo Izquierdo ( entrevista) no es una novela concebida para hacernos disfrutar, sino que es una ventana a otra realidad que convive con la nuestra, pero que enterramos bajo toneladas de ignorancia e indiferencia a partes iguales. Aquello que no nos afecta, no existe.

Cuando LID Editorial (mil gracias por el libro) me permitió leer esta novela, supe que no sería una lectura fácil y la verdad es que no lo ha sido, pero, aún así, lo leí porque quería saber y sólo sabiendo lo que ocurre se puede tratar de hacer algo para erradicarlo.

PUTA NO SOY:

Luna, una niña peruana de catorce años, es engañada por su propia tía para viajar a cientos de kilómetros de su hogar a la región de Madre de Dios donde será vendida como prostituta y violada sistemáticamente. En el otro lado de la balanza de esta historia está Julia, una presentadora de televisión muy exitosa que vive en España, y cuyo interés por la trata de mujeres con fines de explotación sexual la llevarán a viajar hasta Perú en compañía de su mejor amiga y el hermano de ésta para grabar un modesto reportaje.

A lo largo del libro, las vidas de ambas mujeres se van intercalando capítulo a capítulo. Una sutil conexión existe entre ellas, más allá del tiempo y la distancia, que como lectores nos intriga y se nos desvela poco a poco.

Las vivencias de Luna son espantosas y es, a través de sus ojos y de su testimonio, que vamos conociendo el sórdido mundo de los prostibares peruanos: locales destinados a los mineros de oro y a los, menos numerosos, madereros de la zona que buscan dilapidar su dinero en alcohol y sexo con niñas.

Existe la creencia entre estos despojos humanos de que cuanto más pequeña es la niña a la que violan más suerte tendrán para encontrar oro. Estos "hombres", además de pederastas, son los que están acabando con el Amazonas, gracias a unas técnicas de extracción del oro consistentes en deforestar la selva y horadar inmensas extensiones de tierra con potentes mangueras de agua, luego filtran el barro y usan el mercurio para separar el oro incrustado en las piedras. Dicho mercurio termina en los ríos contaminando a los peces que, a su vez, son pescados por los indígenas que al comérselos se envenenan con el letal metal líquido. En el libro se denuncia que nuestro país es uno de los principales proveedores de mercurio a Perú y otras zonas del Amazonas.

Volviendo al tema de la prostitución, sabemos por Luna que las jóvenes son engañadas a ir hasta esas zonas con la promesa de trabajos mejores como camareras (meseras) y ofertas por el estilo. Una vez allí son esclavizadas por los dueños de los prostibares, golpeadas si se portan "mal", obligadas a beber con los clientes y, claro está, a prostituirse. Con cada cliente ganan una mísera cantidad de dinero que de nada les sirve, ya que desde el primer día de su llegada contraen una fuerte deuda con el proxeneta por haberlas llevado hasta allí y también han de pagarle por las cuatro cosas que les dejan tener, por los alimentos, la ropa...

Lo peor es saber que la mayoría de ellas son vendidas por su propias familias, por sus hermanos, tíos e, incluso, por sus padres y madres para sacarse un dinero. Cuando se quedan embarazadas, contraen alguna enfermedad grave o por cualquier otra razón les dejan de servir a sus proxenetas son asesinadas y sus cuerpos, muy probablemente, lanzados al río.
Hubo noches en las que preferí no leer, otras me sumergía en el infierno de Luna sin poder soltar el libro. Su lectura es muy necesaria, aunque son los hombres a quienes más hace falta educar desde pequeños para que esto no suceda. A veces, como mujeres y madres no sabemos inculcarles a nuestros hijos ciertos valores y principios, una muy necesaria inteligencia emocional. Normalmente nos preocupamos por advertir a nuestras hijas, si es que somos mínimamente responsables, pero ¿quién se acuerda de educar a los hijos varones para que no repitan estas conductas y perpetúen ese modo de ver a la mujer? ¿Quién recuerda a quién que somos todos seres humanos?
La parte de Julia ha sido la que menos interesante me ha parecido del relato, para mí casi que sobraba. Como lector, conforme lees entiendes su importancia en la vida de Luna, pero no he empatizado nada con su personaje. Julia es una mujer llena de contradicciones. Por un lado, es una mujer actual e independiente con un trabajo que le encanta y, por otro, es una maltratada que tiene una relación sentimental insana con su jefe, quien la tiene sometida y hace con ella lo que quiere. Por otro lado, su compromiso con la esclavitud de mujeres y niñas para la prostitución contrasta con la actitud frívola de ella y de sus compañeros de viaje que, en mi opinión, parecía más que se habían ido de vacaciones a Perú que a documentar el sufrimiento de las esclavas sexuales. Es por eso, que quizá para mí la parte de Julia es la menos lograda del libro y que lo único que consigue es restarle fuerza a la denuncia social que le da su razón de ser.

Pero en , aunque sea de forma más secundaria, se ahonda también en el papel de la prostitución en España y en otros países de Europa, donde parece mentira que no seamos conscientes de la cantidad de mujeres y menores que son esclavizados, quizás, a pocas calles de nuestro portal. La impunidad con que estas mafias actúan en países como el nuestro, considerados más "avanzados", es pasmosa. Sólo desde 2010 en España la trata es considerada delito, una vergüenza. ¿Hacía falta esperar tanto?

La autora ha hecho un gran trabajo documental y de investigación, además de escribir extraordinariamente, con descripciones detalladas que nos transportan y meten de lleno allá donde quiera llevarnos. Plasma a la perfección la cultura peruana, sus expresiones y, cómo no, el funcionamiento de estas mafias amparadas por la ley y favorecidas por la miseria y la corrupción. en el documental Otro dato fundamental es saber que sus derechos de autor han sido donados a la asociación
Charo basa su novela
Chicas nuevas 24 horas, un gran documental denuncia, de la directora Mabel Lozano quien introdujo a la autora en el mundo de la mal llamada "trata de blancas" cuando, en verdad, son personas de todas las nacionalidades y etnias. Aunque fue especialmente el testimonio de una niña de quince años llamada Yandí, la que marco a su autora y dio origen a este libro.
Al final del mismo viene un anexo donde se nos aportan aún más datos que resultan muy esclarecedores y terminan de dibujar esta execrable realidad. En ella hay fragmento en que se describe el perfil del "prostituto" que contrata esta clase de servicios (sí, no me he equivocado, he escrito "prostituto" porque en verdad son ellos los que deberían ser así etiquetados no las mujeres que tienen que dejarse violar para respirar un día más en el mundo), de los cuales se viene a decir que son unos acomplejados con ideas de retrógradas, que se sienten amenazados por la presencia de mujeres en tareas consideradas de "hombres" e incapaces de entablar relaciones normales con una mujer.
APRAMP ( Asistencia integral de las víctimas de trata de seres humanos con fines de explotación sexual) que ayuda a las supervivientes a salir de esa vida para comenzar una nueva, lejos de los abusos y que lucha para prevenir y erradicar la trata y explotación sexual.
Puta no soy ha sido una lectura dura, que indigna e entristece, pero también es una obra extraordinaria y muy necesaria que nos abre los ojos ante un problema que nos afecta a tod@s.

PUTA NO SOY:

PUTA NO SOY:


Argumento: Hay viajes en la vida que no siempre llevan a la esperanza. Se hacen porque no hay otra salida y quedarse significa conformarse con la cuadrícula del mapa en la que la existencia nos coloca o repetir los errores de nuestros padres y madres. Puta no soy relata la dolorosa e injusta historia de los cerca de cinco millones de mujeres y niñas que, en busca de un futuro mejor, viven una pesadilla que nunca imaginaron: ser atrapadas por las mafias de tráfico de seres humanos con fines de explotación sexual.
Luna, la protagonista de esta historia basada en uno de los personajes reales del documental Chicas nuevas 24 horas de la directora Mabel Lozano, nos traslada a la selva del sureste peruano, a la región de Madre de Dios, donde un 20% de las víctimas de trata con fines de explotación sexual son niñas y adolescentes y nos relata cómo, engañada por su propia familia, es obligada a prostituirse con 15 años. De ahí solo hay un paso a ser violada y maltratada.


Al otro lado del Atlántico, Julia, bajo una apariencia de vida normal y de éxito como famosa presentadora de televisión, nos adentra en el segundo negocio ilegal más rentable del mundo (después del tráfico de armas) y nos conduce por los submundos de la prostitución en España, donde un 80% de las mujeres que venden su cuerpo lo hacen en condiciones de esclavitud.

Esta inmensa novela lo es no solo por la crudeza de la realidad que destripa y por la magistral escritura de Charo Izquierdo, también por la loable fuerza con la que nace: concienciar y educar a los hombres de que sin demanda no habría oferta y de que las mujeres han de dejar de seguir perdiendo sus derechos para ocupar el lugar de dignidad y vida que merecen.


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