Tras la visita de la canciller alemana Angela Merkel a principios de mes, el pasado día 17 de Febrero fue el turno del presidente ruso Vladímir Putin.
El encuentro entre Putin y Orbán fue muy polémico debido a las tensas relaciones que mantienen occidente y Rusia en estos últimos meses a raíz de la guerra de Ucrania: la Unión Europea y Estados Unidos han iniciado un período de sanciones y aislamiento contra el "oso ruso" inédito desde la guerra fría, y era bien sabido que no les hacía ni pizca de gracia que el primer ministro húngaro organizase una visita para su homólogo ruso y presumir de "buen rollo" entre Hungría (miembro de la OTAN y la UE) y Rusia. De hecho Hungría es el primer estado de la UE que Putin ha visitado desde que estallase el conflicto en Ucrania un año atrás.
Pero lo cierto es que la visita tenía motivos exclusivamente económicos muy importantes para ambos países (especialmente para Hungría). Pero parece que esto último ha sido pasado por alto por la mayoría de los medios de comunicación occidentales que han llegado incluso a acusar a Orbán de ser el caballo de Troya de Putin en Europa.
Lo que no deja de ser chocante es cómo ha cambiado el discurso de Viktor Orbán, desde que allá por 1989 exigiese a Rusia y la URSS su salida completa e inmediata de Hungría y reivindicase la soberanía del estado húngaro. Ahora, Rusia es vista como un aliado y no un enemigo. ¿Qué ha cambiado entre estas dos imágenes?
En la imagen superior, discurso antisoviético de Viktor Orbán en 1989. Debajo, la reunión del pasado 17 de Febrero entre él y Putin.
Como ya he explicado a lo largo de todo este tiempo que llevo con el blog, la alianza Fidesz-KDNP que gobierna Hungría desde 2010 (con Viktor Orbán como primer ministro), tiene un eje político y económico fundamental que explica en gran parte su éxito en las urnas: la creación de una empresa pública nacional que se dedique al abastecimiento de los servicios domésticos (fundamentalmente agua, electricidad, gas y calefacción) sin ánimo de lucro, a un precio más bajo que el actual. Para ello decretó en dos ocasiones una bajada de precios (del 10% cada una) en todos los servicios (lo que ha beneficiado enormemente a las familias de clase baja, que desgraciadamente son la mayoría del país). De esto poco o nada se ha hablado en los medios de comunicación extranjeros que no dudaban, eso sí, en publicar artículos sobre Hungría cada vez que Fidesz aprobaba con su mayoría absoluta parlamentaria diversas leyes cuyo fin era la acumulación de poder y el recorte de ciertas libertades (y me parece genial que se critique esto, pero entonces es deber moral hablar también de las cosas que se hacen bien, y Orbán habrá hecho muchas cosas mal, pero también otras han sido, a mi juicio correctas).
Tras decretar varias bajadas en los precios de los servicios domésticos (en húngaro "rezsicsökkentés"), recientemente se ha anunciado la creación de la mencionada empresa de titularidad pública que ofrecerá precios de costo y debería obligar a las privadas (en su mayoría en manos extranjeras) a vender al estado sus empresas y acciones al no poder competir con las tarifas públicas.
Cartel de Fidesz anunciando las bajadas de precios en los servicios domésticos.
La idea, que parece razonable, necesitaba de un proveedor extranjero de energía barata, ya que Hungría no tiene ninguna fuente energética (ni petróleo, ni gas, ni recursos hidroeléctricos). Las miradas obviamente apuntaban a Rusia. Así que, tras tragar mucho orgullo y discursos pasados, el gobierno húngaro decidió hacerse "íntimo" del gobierno ruso encabezado por Putin (un hueso duro de roer, no obstante). La crisis ucraniana se ha convertido en un cuchillo de doble filo para Orbán, ya que le ha hecho ser "el alumno díscolo" de la Unión Europea, aunque le ha venido muy bien de cara a su discurso doméstico para hacerse la víctima una vez más y para que Hungría haya sido vista por Putin como un país de creciente relevancia. Un equilibrio muy difícil de mantener en los tiempos que corren. Y es que Orbán necesita hacer tratos con Rusia, y justo con la que hay ahora montada, tiene que bailar el limbo reuniéndose con Merkel o el gobierno polaco (dos aliados de Hungría fundamentales que piden explicaciones por su acercamiento a Rusia, sobre todo Polonia, que no ha cambiado su discurso desde la caída de la URSS) para explicarles que solo son negocios.
En lo que se refiere a la visita de Putin, que llegó una hora más tarde de lo esperado, en su flamante avión presidencial con limusina blindada propia en la bodega de carga, fue recibido por el ministro de exteriores húngaro en el aeropuerto Liszt-Ferenc de Budapest (cuyo nuevo nombre me sigue sonando raro), y tras viajar a la plaza de los héroes (Hősök tere), fue al cementerio Kerepesi para rendir homenaje junto con varios soldados rusos al monumento a los soldados soviéticos muertos durante la revolución húngara de 1956 contra la URSS. Esto debió de exigirlo él en el guión, y obviamente fue sin representación húngara (faltaría más), en un gesto que debió sentar como un tiro en el pie (nótese la ironía) al primer ministro húngaro.
Tras esto, viajó al edificio del parlamento, mantuvo una reunión de dos horas con Viktor Orbán, dieron una rueda de prensa más que correcta y esperada, y finalmente Putin acudió al palacio presidencial de Buda donde se reunió con János Áder para después volar de vuelta rumbo a Moscú.
En la mencionada rueda de prensa (donde ambos dirigentes lucieron idénticos traje y corbata), confirmaron los planes para que la empresa rusa Rosatom construya dos reactores nucleares nuevos en la central de Paks (con posibilidad de hacer otros dos más en el futuro). Rusia prestará a Hungría el 80% del dinero necesario para la obra. Además se renovaron los acuerdos para la importación de gas ruso, ya que los actuales expiran este año. Parece ser que Hungría ha conseguido un buen acuerdo de gas barato por lo que se comentó. Tras el fiasco del proyecto South Stream, que pretendía transportar gas directamente desde Rusia a la Unión Europea mediante un gasoducto bajo el mar negro hasta Bulgaria (pero este último país sucumbió a la presión de la UE para desbaratar el proyecto), ahora se baraja hacerlo a través de Turquía, Grecia, Macedonia, Serbia y Hungría.
En cuanto al tema de Ucrania, ambos resaltaron la importancia de terminar el conflicto de forma diplomática y evitar un mayor derramamiento de sangre, tanto de los soldados ucranianos de etnia húngara (que viven en la frontera con Hungría) enviados al frente por el gobierno de Kiev, como de ucranianos de etnia rusa en el bando oriental, en un conflicto que involucra a Rusia y Hungría.
Rueda de prensa conjunta de Putin y Orbán tras la reunión.