Cuando Emilio Vucetich habla lo hace rítmicamente. Su voz es delicada, musical y deja al silencio ser silencio. Es guitarrista y compositor nacido en Cusco y en setiembre sacó el primer disco de su banda, Pututus Eléctricos, luego de cuatro años de proceso. “Eran improvisaciones interminables en el consultorio del doctor Cisneros, que estaba ambientado para ensayar con Rafo Ráez (Eduardo Cisneros, odontólogo y bajista). Entonces a la sala de ensayo le pusimos el nombre “El Doc”, y con ello le dimos nombre al disco”.
“La filosofía del grupo es ser como un puente entre varias épocas, por eso hay temas que tienen cosas del renacimiento, del huayno de los cincuentas o el groove de bandas de rock de los ochentas”, narra. Emilio viene de la escuela de Tiny Desk, Balcony Tv, Audiotree Live y KEPX. Quiere que la música sea tight, ajustadita, y dice “a lo Harlem”, cuando quiere que algo suene nasty, achorado. Pero sobre todas las cosas, Emilio viene de Paucartambo, donde es danzante de la Virgen del Carmen: “Mi primera maestra en crear melodías fue mi abuela Elsa, que es de allá. También tengo la influencia de mi tío Jorge que es músico y compositor. La música de Paucartambo es de una de las herencias más atesoradas que tengo y otro de los puentes importantes de Pututus Eléctricos”.
Es curioso que El Doc, siendo un disco compuesto desde la guitarra -y que atraiga inicialmente por ahí- sea una obra más interesante por su cuestión rítmica: “tiene mucho de la personalidad de Álex Michelsen y Óscar González (bateristas que en diferentes momentos, diseñaron la propuesta rítmica del disco). Bajo mi dirección musical siempre les pido a los chicos que intenten cantar las melodías de sus instrumentos”, añade. El disco camina sobre patrones rítmicos complejos, compases irregulares y harto groove. Emilio viene de esta tendencia de egresados de la escuela de la PUCP sedienta de neo soul, funk, que busca qué más se puede hacer por ahí, ahora que todo ya está hecho. La solución parece ser hurgar en la peruanidad.
¿Huayno? Why not?
Menos mal Emilio tiene atributos no solo musicales, sino una fina sensibilidad para darle gusto y razón a todo esto y que el huayno sobre el rock no sea alpaca burguer. “El tema de fusión en el huayno nace de una crítica mía: no me gusta cómo se armoniza la música andina moderna, con acordes de jazz que suenan bien pop, lo que le quita su magia. Por eso en El Doc usamos varias líneas melódicas, pero éstas no son independientes como en la polifonía, sino que van juntas, son compactas. Me gustó ese trato. Otra cosa que me parece increíble en la música andina para explotar son los compases compuestos, o el color que se le da a formatos como la estudiantina y bueno el sentir, tantas cosas. No soy el especialista, pero reconozco que hay muchísimas cosas para explorar”.
En este terreno, los músicos que grabaron el disco (Bruno Ramos, Sarid Challco y Óscar González), tuvieron cancha para pelotear, ponerse a prueba, experimentar y ensayar en serio lo aprendido en la PUCP. Sarid en el saxo vuela y aprovecha bien la armonía de los temas de Emilio, pero a mi gusto, se le agotan los recursos y merece descansar un rato para oxigenar nuevas ideas. No es culpa de él, me parece que hace falta otro instrumento melódico o simplemente silencio que le alivie la carga. En el bajo, Bruno logra un sonido metálico que en primera instancia no me gustó, pero terminó convenciéndome porque parecen martillazos con notas que refuerzan el aspecto rítmico de El Doc. Le da carácter. Tiene en esta formación a uno de los mejores bateristas que he escuchado en vivo, Óscar González: escucha, crea, se pone al servicio, pero también aprovecha para proponer y decir lo suyo dentro de las posibilidades que la clave rítmica se lo permite. Le da el “Harlem” que Emilio necesita.
Es un disco que se pasa rápido. Tiene siete temas y me deja la sensación de que le falta uno. Cinco de ellos son instrumentales, con el saxofón como voz. En los dos que Emilio canta, lo hace con acierto y gusto. Letras simples sobre una mujer con la que se encuentra desde un aspecto muy profundo, Como anoche, y otra, que parece una foto adolescente de Emilio sobre ir sin rumbo, Sin dirección, que proporciona una cuota “a lo Nirvana”, extraña en el conjunto pero necesaria para sacar el vómito entre tanta psicodelia. Entre mis favoritas está Experimental Shit, calma composición que permite a Sarid crear uno de sus mejores momentos en el disco. El Why Not, una exploración directa y sin ambages de la música andina con tanto desparpajo como fundamento y Dios también fue hombre, gran cierre de disco que revela que las cosas en el estudio se forzaron para bien, hablando especialmente del solo de guitarra y secuencias. Acá queda evidenciada, la silenciosa buena mano del productor Santiago Aliaga, quien consiguió un sonido sólido y con personalidad para la banda.
En resumen, El Doc de Pututus Eléctricos me parece una propuesta original que merece ser escuchada. Porque conozco a Emilio, encuentro en el álbum un fiel reflejo de su forma de ser y eso habla bien de una obra de arte. Me resulta sincero y genuinamente enfocado en nada más que hacer buena música y bueno, a ver luego qué pasa. Ojalá pasen cosas buenas y otros tomen la posta de este primer paso en este puente largo que es construir nuestro propio sonido en el Perú multicolor.
El Doc está disponible en plataformas de streaming como Spotify y también en YouTube.