¿Te imaginas un lugar donde los algoritmos determinen absolutamente todo en tu vida? Tu forma de vida, tu casa, tu comida, tu transporte, tu pareja, tu voto e incluso tus compras. Quizá, no sea algo tan lejano como pensamos. Cada día nos invaden cientos de recomendaciones personalizadas para nosotros que, aunque no nos obligan a nada, funcionan como un recordatorio constante de que nuestra huella digital nunca deja de estar activa y las grandes corporaciones tienen acceso a ella. El capitalismo de vigilancia. Lo de QualityLand, ya es algo más extremo. En QualityLandtodo funciona de forma perfecta. En este país futurista no especificado todo esta controlado por algoritmos y grandes corporaciones que determinan lo mejor para la vida de las personas. Con quien salen, que compran, donde viven o a quién votan.
Sin embargo, Peter Sinempleo -porque aquí, tu apellido es el trabajo que tenía tu padre o madre cuando naciste- no tiene tan claro que todo funcione tan perfectamente como dicen. Sobre todo, cuando el comerciante de chatarra recibe un vibrador rosa con forma de delfín por parte de TheShop, la empresa más popular de mundo. Por supuesto, según Peter, eso solo puede ser un error y solo quiere devolverlo. Sin embargo, no será tan fácil, por que TheShop nunca se equivoca. QualityLand se convierte en una novela entre la especulación y la ciencia ficción que satiriza la cultura de consumo y la esfera política moderna en el viaje de Peter para devolver su vibrador.
Situada en el contexto de una segunda vuelta electoral entre un demagogo de extrema derecha y un androide que defiende la renta básica universal, la aventura épica de Peter Sinempleo hace accesibles, de una forma muy amena e ingeniosa, gran parte de las preocupaciones actuales sobre la insuficiente regulación de la privacidad de datos y la extralimitación corporativa. Los primeros compases de QualityLandparecen no tener rumbo fijo, pero pronto, vemos que hay mucho más detrás de Peter. Como ser humano, es mucho más complejo que los primeros vistazos que nos deja ver su historial de navegación.
El mundo de Kling
Marc-Uwe Kling hace gala de suhabilidad como monologuista incluyendo en QualityLand multitud de gags y momentos de puro humor negro que rebajan el nivel de terror que puede provocar la sociedad ultracapitalista que presenta. Autos sin conductor que evitan vecindarios peligrosos, aplicaciones que les dicen a los usuarios que dejen a sus parejas, androides sexuales con disfunción eréctil, drones con miedo a volar, versiones individualizadas de Juego de Tronos al gusto de todos o la decimosexta serie de remakes de Star Wars. El universo de Kling esta repleto de referencias y homenajes, pero a la vez, es original y expone temas más pesados y oscuros de lo que pueda parecer sin dejar nunca de ser divertido.
Si bien Kling busca advertir sobre los males capitalistas, sobre cuan deshumanizante puede ser la innovación digital, el estilo y la estructura de QualityLand hace que todo se construya alrededor de bromas y parezca -aunque no lo haga- menos profundo de lo que es. Puebla la novela unos cuantos fragmentos intersticiales en forma de boletines, entradas de guías o las secciones de comentarios que dan contexto a las curiosas reglas que rigen la vida de QualityLand, y dicho sea de paso, provocan las mayores carcajadas. Pese a todo, la naturaleza narrativa es fuertemente política, retratando la desigualdad económica como un problema grave que causa estragos en nuestras propias vidas.
No habrá serie, pero si segunda parte
En febrero del año pasado se anuncio que la serie que estaba desarrollando con la dirección ejecutiva de Mike Judge (Sillicon Valley) para HBO se había cancelado. Una gran pena, teniendo propuestas actuales del estilo como Upload. Sin embargo, si que hay una segunda entrega de QualityLand, en la que Marc-Uwe Kling continua la historia de Peter Sinempleo, revela cosas sorprendentes del pasado de Kiki y desata, por error y sin querer, una tercera guerra mundial. Ojalá desde Tusquets se animen a publicarlo en un futuro no muy lejano.
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