Título: Quantic Love
Autor: Sonia Fernández-Vidal
Editorial: La Galera
Págs: 240
Precio: 17,95 euros.
Género: Literatura juvenil romántica
Edad: a partir de 14 años.
SINOPSIS
En el CERN, el centro de investigación más avanzado del mundo, entre experimentos científicos que desafían la imaginación, la joven Layla descubre que la ciencia puede ser sexy, y que el amor es la energía más poderosa del mundo.
OPINIÓN MUY PERSONAL
Después del arrollador éxito del primer libro de esta autora, La puerta de los tres cerrojos (RESEÑA AQUÍ), encontrarnos con una novela que supuestamente y de nuevo nos plantea temas físicos (no corporales) asusta un poco.He de confesar, y no lo hago de rodillas, que me esperaba un cuento similar al primer libro enfocado a un público entre lo infantil y lo juvenil. Pero Quantic Love se ubica dos peldaños más arriba, en la complicada adolescencia que no siempre (mal que nos pese) termina a los dieciocho.
La protagonista, Layla (esta no es la de Tom Jones, Delilah), tiene diecisiete años y acaba de terminar el instituto, y como muchos jóvenes de su edad está francamente indecisa entre dos carreras de ciencias: Matemáticas y Físicas. Hummm, a cual más fácil. (Me siento identificada porque a mi hermano le pasó lo mismo. Y al final, también optó por Fisicas) Como decía, la prota acaba de terminar el instituto y durante el verano consigue un trabajo de camarera en uno de los restaurantes del CERN (European Organization for Nuclear Research) en Ginebra, Suiza. Pretende descubrir si la física es lo que ella espera y así poder tomar la decisión de su vida. Pero una vez en el CERN, descubrirá que al lado de los cerebritos que la rodean, ella no solo es una simple camarera, si no que además se sentirá como una paria. Y es que, poniéndonos en su lugar, a cualquiera nos pasaría lo mismo.
Salvando las distancias culturo-físicas (sí, me lo acabo de inventar) que separan a Layla del resto de jóvenes que ocupan el CERN, descubrirá que en el fondo no son tan distintos a ella. Todos son chicos y chicas con ganas de divertirse, de salir, de viajar, de encontrar el amor, con sus problemas y sus diversiones, con sus angustias y sus miedos.Layla conocerá a dos estupendos "mozos" en el CERN. Uno, un periodista deportivo suizo con acento italiano que se ha visto en la obligación de aceptar una beca que nada tiene que ver con su especialidad. Este es guapo a rabiar, celoso, posesivo y un encanto halagador. El otro, un joven físico con mucho talento y una gran dosis de timidez que esconde su belleza tras gafas de pasta dura.Y aquí empieza todo el embrollo. Entre fiesta y citas, citas y fiestas, charlas sobre neutrinos y la teoría de la relatividad, Layla se enamorará perdidamente de uno de ellos. ¿De quién? Debes leer el libro para saberlo.
Apuntaré que la novela tiene una trama ligera sin puntos ni contrapuntos que lo que tiene de original es la exposición de temas sobre Física y anécdotas que tal vez nunca hayamos oído y que nos ayuda a comprender que no todo es Romeo y Julieta lo que no quiere decir que los premios nobeles de ciencias sean aburridos. Que uno también puede enamorarse de la física…. ¡O del físico, XD! Que efectivamente "Dios no juega a los dados" pero quizá sí al Black Jack y 2+1 no siempre son 3. Porque el amor, yo tenía entendido que era cosa de química y que lo físico quedaba para momentos más íntimos pero por lo visto hay mucho de cuántico en él. Y si no, que se lo pregunten a Sonia Fernández-Vidal.
A FAVOR: La forma tan amena y original que tiene la autora de introducirnos en la Física, así como de contar anécdotas sobre el tema que resultan más que interesantes.
EN CONTRA: Le falta una pasadita en cuanto a profundidad argumental así como en cuanto al dibujo de los personajes. No obstante, creo que Sonia dará mucho que hablar con próximas novelas.
PUNTUACIÓN
* Quiero enviar un agradecimiento a la editorial La Galera que me envió en el mes de febrero un ejemplar por sorpresa dedicado y firmado por Sonia. Gracias también a ella.
NOTA: Leí por ahí en un blog que parecía creíble que un grupo de jóvenes se pasaran el día hablando sobre física y problemas. No estoy en absoluto de acuerdo. Cuando estudias una carrera, te pasas el día hablando de lo que estudias o más bien de lo que tendrías que estudiar y si es una de ciencias y el tema te apasiona realmente, puedes pasarte horas con las formulitas y buscando soluciones.