Revista Diario

Que 37 no son nada

Por Sandra @sandraferrerv
Que 37 no son nadaUn año más, celebro mi cumpleaños con el mejor de los regalos. Rodeada de los míos. Hoy tocaba trabajar, gracias a Dios, en los tiempos que corren, pero durante el fin de semana mis pequeños me han regalado un pastel hecho con sus ágiles y diligentes manitas (ayudados por su yaya-chef); una corona de papel con mi nombre y mi edad (mi hijo tiene obsesión con gritarle al mundo los años que tengo, como se nota que él sólo tiene un dígito en su haber) y unas cuantas felicitaciones hechas por ellos, retratos, frases, gomets y demás para hacer de este día un momento inolvidable. Y todo ello aderezado con infinidad de besos y abrazos que son, sin lugar a dudas, el mejor de los presentes. Cuando yo tenía la edad de mis hijos, una persona de más de treinta era poco menos que un anciano al borde del abismo vital pero ya veis, por suerte, he llegado hasta aquí, con una familia increíble y una vida tranquila, sin demasiadas alaracas, como decía mi abuela, pero con lo más esencial, el amor de los míos.Porque la vida es como un árbol de navidad, ya puede estar muy adornado por fuera con miles de lucecitas y bolas de cristal del bueno, que si su tronco y sus ramas están huecas, tarde o temprano terminará cayendo. Las lucecitas y las bolas de cristal son importantes, pero por sí solas no sirven para nada. 

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