Revista Sociedad

Que alguien me lo explique, por favor

Por Lor Martín

Veamos… Tenemos por una parte el caso Bretón, que copa las portadas de revistas y periódicos y cuyo desarrollo ocupa de media unos 15 minutos de prime-time en los telediarios, y por otro, el caso de Ruiz-Mateos, que tiene también su huequito de importancia en la prensa y la televisión, al menos durante estos días en los que el viejo vuelve a hacer de las suyas.

Obviamente, no soy una experta, ni siquiera entiendo muy bien cómo funcionan las cosas por las altas esferas de la justicia española, aunque sí puedo hacerme una idea y transmitir mi modesta opinión a través de este blog de lo que el resto de los mortales vemos de ellas.

El caso Bretón es, a mi juicio, de coña. Y me explico. No llego a entender absolutamente nada de lo que está pasando. La caza de brujas a la que desde el primer día han sometido al padre de los niños por parte de los medios de comunicación e incluso por la propia policía, es algo que escapa a mi razón. Se han vulnerado todos y cada uno de los derechos de ese hombre, que, aunque todas las pruebas apuntan a que es culpable, no lo es al 100% incluso a día de hoy. Una exposición pública permanente al juicio de una sociedad ávida de sangre y justicia. Programas de televisión dedicados exclusivamente a una investigación policial que ha demostrado ser, cuanto menos, irrisoria. Periodistas (o no) que emiten sus propios juicios y proclaman condenas aún sin conocer el Código Penal o incluso los detalles de la investigación.

No llego a entender cómo las televisiones privadas han tenido acceso a las grabaciones del parque, a los testimonios más escabrosos… cómo han sido capaces de escribir cartas a José Bretón mientras este estaba en la cárcel. No llego a entender dónde está el límite entre la información y la investigación paralela (y posterior juicio) de un programa de televisión. Periodistas carroñeros que han hecho del dolor de una familia sus comisiones para el resto del año.

Que alguien me lo explique, por favor

Por no entender, además, tampoco entiendo en qué estaba pensando el equipo de investigación para, supuestamente, encontrarse unos huesos en una hoguera, mirarlos así de reojillo, y determinar que son de algún ratonzuelo que casualmente pasaba por allí cuando había fuego. Por no hablar de la mesa… que ahora parece el centro de la investigación mientras hace ya 9 meses pasaron olímpicamente de su presencia allí.

No quiero frivolizar con el tema porque no soy quién y porque, obviamente, no es un tema con el que frivolizar. Pero que alguien me diga que no tengo razón al pensar que estos cambios de la última semana son, cuanto menos, sospechosos. Tras 9 meses la investigación cambia radicalmente y de repente se encuentran las pruebas concluyentes, se descifra el modus operandi y empiezan a encajar unas piezas que antes ni siquiera eran piezas. No sé… O han querido zanjar el tema dándole a la sociedad “el final esperado” para no sumar un caso inconcluso a otros como el de Marta del Castillo, o están intentando remover el polvo para que, con la nube levantada, no seamos capaces de ver otros problemas. Mientras despedazamos socialmente a un malvado parricida no pensamos en otras cosas. Que digo yo que la familia también debería poder llorar a sus víctimas en paz y en tranquilidad, no a la luz de unos focos, bajo la atenta mirada de todo un país que se desvive por condenar al presunto culpable. Presunto… bonita palabra que a día de hoy muchos medios han dejado de usar porque en su juicio paralelo, ya está todo más que claro.

Y bueno, cambio ya de tema porque aunque los que me hayan querido malinterpretar lo habrán hecho en el segundo párrafo, lo de Ruiz-Mateos también me toca lo suficiente la moral como para dedicarle unas líneas.

Que alguien me lo explique, por favor

Y es que este señor es el icono perfecto de este país. Y sí, yo también soy española… pero es la personificación de la chulería, la arrogancia y los cojones bien puestos. Burla a la justicia las veces que le viene en gana, se queda en su casa tocándose los flanes mientras la malvada jueza le espera en la sala y encima esta mañana me encuentro con que: “El empresario José María Ruiz-Mateos se ha acogido a su derecho a no declarar ante la juez de Palma María Pascual y ha salido en libertad” (ElMundo.es). Y digo yo… se acoge a su derecho de no declarar y ¿SALE EN LIBERTAD? Pero… ¿por qué? Que algún abogado me lo explique, por favor, porque para mí eso es torear lo intoreable. Si no quiere declarar y se acoge a su derecho para no hacerlo, perfecto, que se siente cómodamente en una de estas sillas fantásticas que tenemos en los juzgados, que le den si lo necesita un vasito de agua fresca y nos quedamos todos esperando a que el señor se decida a cantar, que no hay prisa. Pero ¿qué es eso de irse a su casa a seguir riéndose de todos? Es que hay cosas que no llego a entender… Si pillan a un raterillo robando un kilo de pasta y un bote de tomate de cualquier supermercado lo enchironan sin pensárselo dos veces, declare o no, confiese o no, tenga un motivo o no. Pero si lo que nos roban son miles de euros (y me quedo muy corta) cambia el estatus de ladrón. Este ya es de otra clase, se merece un trato especial… es un ladrón de calidad, no vayamos a meterle en el mismo agujero en el que metemos el resto de desperdicios del país.

Como veréis, yo estoy que trino, porque esto no son más que dos casos puntuales de la incoherencia y la estupidez que rige el sistema judicial de este país. Podríamos hablar también de Urdangarín, que el señorito se ha cogido una excedencia en Telefónica y se ha vuelto a su palacete de Barcelona sin remordimientos ni vergüenzas por haber robado y saqueado cientos de empresas. Pero es otro tema y yo creo que para un miércoles de agosto, ya está bien.


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