Los especialistas sugieren que va a haber un replanteamiento de cuánto desea depender cualquier país de cualquier otro. ¿Vuelve la autarquía? La economía mundial es una red interminablemente difícil de interconexiones. Cada uno de nosotros tiene una serie de relaciones económicas directas.
abril 2020
Y eso, por su parte, muestra lo que es inquietante sobre la catástrofe económica que acompaña a la propagación del coronavirus. En los años venideros vamos a aprender lo que pasa cuando esa web se desgarra, cuando millones de esos links se destrozan al unísono.
Y se nos abre la posibilidad de una economía global totalmente diferente de la que ha predominado en las últimas décadas.
Por mucho que podamos esperar el querer recobrar la actividad económica ordinaria, eso es solo el inicio de nuestro problema. Una investigación de los extensos efectos globales de la crisis financiera de dos mil ocho nos da pistas.
Este es un periodo de inseguridad radical, un orden de magnitud mayor que cualquier cosa a la que estemos acostumbrados. Sería una tontería, en la mitad de tanta inseguridad, hacer predicciones demasiado seguras sobre de qué forma se va a ver el orden económico mundial en 5 años, o bien aun en 5 meses.
Mas una lección de estos capítulos de tumulto económico es que esos sorprendentes efectos de ondulación tienden a ser el resultado de las fragilidades no abordadas. Las crisis tienen una forma de poner al frente cuestiones que son simples de ignorar en los buenos tiempos.
Un aspirante obvio es la globalización, en la que las compañías pueden desplazar la producción donde sea más eficaz, la gente puede subirse a un aeroplano y también ir a prácticamente cualquier sitio, y el dinero puede fluir a donde sea que se ponga a su máximo empleo.
La idea de una economía mundial con los USA en su centro ya se estaba derrumbando, entre el ascenso de China y el propio giro de U.S.A. cara al nacionalismo. Hay rastros de que la crisis de Covid-diecinueve está exagerando, y probablemente afianzando, esos cambios.
Habrá un replanteamiento de lo mucho que cualquier país desea depender de cualquier otro país. No creo que esencialmente este sea el fin de la globalización. Mas esto acelera el género de pensamiento que ha estado sucediendo en la administración Trump, que hay tecnologías críticas, recursos críticos, capacidad de fabricación de reservas que deseamos dentro de nuestros países.
Hay ya ejemplos, como que las compañías francesas reevaluarán sus cadenas de suministro a fin de que sean menos dependientes de China y otras naciones asiáticas. Y las aduanas y Protección Fronteriza de los USA han dicho que se apoderarán de las exportaciones de determinados suministros médicos.
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