Los sueños ilusionados caben en una maleta. Desde una temprana edad inflamos ese minúsculo e inmenso cuadrilátero con aventuras, viajes estratosféricos, oficios sin horarios y alegrías que contagien nuestro ánimo para anidarse en él para toda una eternidad. Pero como bien es sabido, a veces el equipaje debe aguardar en un rincón esos anhelados viajes. Surgen problemas, se zapan soluciones, ayudamos al amigo, al vecino, al prójimo y sin habernos dado cuenta han pasado días, semanas, meses, años, décadas y aquella maleta de sueños se enfanga en el olvido.
George Bailey (ese gran James Stewart) es una de esas modestas personas que dejó sus sueños arrinconados. En realidad, la culpa no es ajena sino de su filosofía de la bondad y mirada optimista hacia el mundo. Era su elección ante la vida y ante la adversidad que surgían en su pequeño pueblo de Bedford Falls -un lugar utópico y entrañable como otros tantos- sobre todo por los males personificados en el señor Potter (genial Lionel Barrymore). Bailey siempre sonreía, contaba ingeniosos chistes y bramada -si era necesario- la pervivencia de la comunidad idílica frente a todos los males que asechaban. Era defender Bedford Falls frente al utópico Potterville. ¿Se podía perder?¿Por qué le llegaron a una galaxia lejana tantas oraciones pidiendo ayuda?¿A George Bailey?¿Y por qué la misión era digna para un ángel que buscaba sus alas como era ese entrañable Clarence Odbody (Henry Travers) - con carnet de AS2, Angel Second Class- que llevaba su libro de Tom Sawyer a todas partes?
Todas estas dudas rebrotan desde el comienzo de ¡Qué bello es vivir! (It's a wonderful life, 1946). ¡Qué bello es vivir! es un clásico dentro del mundo cinematográfico, un sello inconfundible de un Frank Capra -maestro que nos brindó otras películas como Arsénico por compasión (Arsenic and old lace, 1944), Caballero sin espada (Mr. Smith goes to Washington, 1939) o Sucedió una noche ( It happened one night, 1934)- que harto de rodar escenarios bélicos, plantea con dotes dickenianos una visión nada recomendable para personas con rostros adustos. Coagulando de manera sublime diferentes géneros que a primera vista parecen antagónicos, tales como la comedia, la fantasía, el drama y el suspense, Capra nos relata con risas, lágrimas y éxtasis, los periplos de George Bailey que se verán truncados en un momento crucial de su vida, en una noche de navidad. ¿Sirven para algo los ideales? ¿Hemos trazado bien nuestras vidas?¿Merece la pena vivir? Preguntas y más preguntas que emanan desde un gélido puente y que se verán contestadas en una noche donde los milagros parecen no existir.
Es descubrimento del siglo para George Bailey (James Stewart) : los pétalos de Lucy.
Es una película que jamás me canso de ver por estas fechas. Un clásico que con un reparto sublime (con un impecable James Stewart, la guapísima Donna Reed, Henry Travers, y tantos otros), una narración perfectamente tejida que alberga pequeños detalles en algunas escenas (el cuervo, la calavera, los pétalos de una rosa, etc.), declaraciones amorosas y de amistad que ya pertenecen a los anales de la Historia del cine, nos exhibe una reflexión necesaria y sobre tantos aspectos como emociones que explotan viendo esta obra maestra.
Espero que les guste este pequeño presente que les ofrezco con adelanto, para que griten en plena cena de navidad con sus seres más queridos: ¡Hola, Bedford Falls!
Aquí pueden ver la película completa (en inglés). Haz click : It's a wonderful life!
Título: ¡Qué bello es vivir! (It's a wonderful life!)
Año:1946
País: U.S.A.
Dirección: Frank Capra
Guión: Frank Capra, Albert Hackett, Frances Goodrich, Philip Van Doren
Música: Dimitri Tiomkin
Fotografía: Joseph Walker, Joseph Biroc
Reparto: James Stewart (George Bailey), Donna Reed (Mary), Lionel Barrymore (señor Potter), Henry Travers (Clarence Odbody), Thomas Mitchell (tio Bill), Frank Faylen (Ernie), Ward Bond (Bert), Gloria Graham (Violet), Todd Karns (el hermano Harry)
Productora: Liberty Films