Seguro que hay mucho que ahorrar. También en los servicios públicos se dilapida dinero. Malgastar siempre es malo, en épocas de crisis debería, además, ser un delito.
Por ejemplo, ahí tienen al imputadísimo Fabra y su aeropuerto de Castellón. Resulta que está mal hecho y tiene que gastarse otros cuatro millones para arreglarlo. Un aeropuerto inaugurado hace un año --costó 150 millones de euros más 35 millones anuales por mantenerlo sin vuelos-- y que sirve sólo para las personas –según palabras del propio Carles Fabra—, porque no tiene autorización para el tráfico aéreo.
Claro que a Fabra le da igual. Se gaste lo que se gaste, no es dinero suyo, él bastante tiene con hacer que le toque la lotería –cosa nada fácil— cada dos por tres.
Bueno, pues ahora a quien le pide responsabilidades o explicaciones, contesta que la culpa es de la empresa constructora, y les llama inútiles. Un gran tipo. Un tipo de una vez. Resulta que firma las certificaciones pertinentes, dando por buena la obra, paga –naturalmente, con dinero público—, inaugura un aeropuerto inservible y al año le echa la culpa a la constructora.
Un espléndido ejemplo de cómo hacer “buen uso” del dinero público. Pero, nada, ahí sigue el hombre como presidente del PP de Castellón, de la Cámara de Comercio y de la empresa del Aeropuerto de Castellón. Ya lo ven, el PP dando ejemplo de austeridad.
Por si lo de Fabra no fuera suficiente, aquí les dejo con otro ejemplo de austeridad en este caso de la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría.
No se cortan un pelo. Publicado en el BOE. Les da igual. A tumba abierta. A su aire. En definitiva los ciudadanos les votan. Pensarán con razón que les gusta que hagan estas cosas.
No me dirán que no parece un trabalenguas. La ministra de Presidencia –que es algo así como la directora de gabinete del presidente del gobierno-- tiene un director de gabinete que contrata una directora de gabinete. Pero, ¿cuántos gabinetes hay en la Presidencia del Gobierno? Y, ¿quién prohíbe a Dª Valentina fichar un jefe de gabinete de su segundo gabinete? Y así sucesivamente. Y ya saben ustedes, la culpa es de los funcionarios y no de los excesos de estos políticos malgastadores.
¿Quién controla a estos derrochadores? Y es que no hay nada como disparar con pólvora ajena.
Salud y República