Ángel Miguel Rengifo.-- En estos momentos hay en desarrollo una guerra mundial compleja que lleva a cabo el Imperialismo en crisis, representado por Estados Unidos, Comunidad Europea, Australia, Japón, Israel y Corea del Sur, contra el resto del mundo que le adversa. Guerra que se caracteriza porque abarca formas deshumanizadas de lucha en una dimensión hasta ahora desconocida. Los enfrentamientos bélicos en Ukrania, Siria, Irack y Afganistan al mismo tiempo que las confrontaciones ideológicas entre el Imperialismo y Rusia, China y Latinoamérica, plasmadas en los medios de difusión masiva, forman parte de una sola y única guerra cuyos componentes ideológicos ocupan espacios monopólicos en prensa, radio, cine,TV y las redes sociales, expresión de una fluida relación con enfrentamientos políticos, económicos y armados entre un mundo que está naciendo y otro que se niega a morir.
Los países actualmente más publicitados como enemigos del imperialismo son Rusia, China, Corea del Norte, Irán, Siria, Cuba y Venezuela. Las acciones políticas del Imperialismo desde hace años, van directamente dirigidas contra esos países. Por eso resulta difícil creer que Estados Unidos tome medidas para normalizar unas relaciones diplomáticas con Cuba que pudieran beneficiarla en alguna forma.
Cuba ha sido una piedra en el zapato de los Estados Unidos desde que le revolución cubana llegó al poder hace más de cincuenta años. Ni el férreo bloqueo económico por parte de los Estados Unidos, ni la caída de la Unión Soviética (su aliado en la Guerra Fría) pudieron doblegar la fe del pueblo cubano en su revolución. Cuba ha desarrollado una política de solidaridad con diversos países del mundo a través del aporte de entrenadores para el desarrollo deportivo y de personal especializado en Salud: médicos enfermeras y técnicos. Cuba, sin duda alguna, ha ayudado a fortalecer en estas áreas a países pobres de África y América, campos en los que el pequeño país caribeño es universalmente reconocido como exitoso y que junto al turismo han ayudado a los cubanos soportar la dura realidad de enfrentarse sola a sus enemigos.
Venezuela, la otra piedra en el zapato de Imperialismo, fue junto con Argentina y Brasil los enterradores del ALCA, en Mar del Plata, la más grande derrota política de los Estados Unidos en el continente americano.
Venezuela y Cuba han jugado un papel extraordinario en la geopolítica continental impulsando políticas integracionistas cuya expresión son el ALBA, PETROCARIBE, UNASUR y CELAC, organizaciones que son la más viva expresión del fracaso político del Imperialismo en Latinoamérica. Como efecto de la política integracionista en América Latina y el Caribe, la OEA ya no es un instrumento de dominación de los Estados Unidos sobre los países latinoamericanos y angloparlantes caribeños.
En los momentos actuales la apertura diplomática estadounidense que no garantiza en absoluto el levantamiento del bloqueo a Cuba, coincide con sanciones económicas a Rusia dictadas por la Comunidad Europea y sanciones contra Venezuela dictadas por el Congreso de los Estados Unidos y el acoso de los buitres de la economía a la República Argentina en base a la decisión de un tribunal estadounidense. Lo que nos indica que la apertura diplomática hacia Cuba es una estrategia fríamente calculada para intentar causarle daño severo a la revolución cubana, a la revolución venezolana y a la política integracionista de América latina.
Los yanquis tienen una experiencia exitosa al estimular la deserción de atletas cubanos y su incorporación al deporte profesional en Estados Unidos. No hace muchos años la selecciones de beisbol de Cuba que salían a competir en el exterior era invencibles, hoy eso no es así, debido a la fuga de los mejores peloteros cubanos hacia el espejismo del norte.
Los yanquis creen que con la apertura diplomática, los agentes que ellos pudieran enviar encubiertos como turistas a la isla, harían un trabajo efectivo en persuadir a deportistas y trabajadores del área de la salud para abandonar Cuba y denigrar de su revolución. Las medidas que adoptaría la revolución para evitar el robo de cerebros serían atacadas ferozmente calificándolas de violatorias de los derechos humanos. Así en esa forma pretenden desmantelar el deporte y el servicio de salud cubano dos columnas importantes de apoyo a la revolución. La derrota de la revolución cubana sería un golpe demoledor a la política de integración latinoamericana y caribeña.
Definitivamente estamos a las puertas de una nueva prueba a la fortaleza de la revolución cubana y de la solidaridad latinoamericana, de lo cual estamos seguros saldremos victoriosos./[email protected]/Aporrea