Revista Deportes

Que contesten

Publicado el 14 julio 2013 por Carlos Romero @CarlosRomeroSFC

POR GUARDIANES DE LA MEMORIA.

Llegó el momento de la verdad, ahora no hay medias tintas, queda esperpéntico organizarse en grupo para decir, sin ruborizarse, que nos dejan en ridículo cuando se les acumulan las cuestiones por resolver.

Acaban de empezar y se les acumula a estos estudiantes de plagio de La Palangana Mecánica el trabajo porque no saben o no contestan. Ha llegado el momento para ellos de que pase el tiempo para que la gente olvide que deben responder a lo que les requerimos, y se difumine con el silencio. Ha llegado el momento para que estos gallitos de pelea desplumados expongan sus teorías, no ya a nosotros, sino al beticismo. Ahora es cuando deben demostrar la pasta de la que están hechos y que son merecedores de que su club les apoye a imagen y semejanza del Área de Historia del Sevilla FC.

¿Darán la talla?

Nos consta que hay personas sensatas y amantes de la historia en ese grupo, pero parecen que están abducidas ante personajes histriónicos y ultras cuyo comportamiento está más cercano al odio al rival que a la transparencia de la verdad. Hurgan, sin ser llamados, en las historias ajenas pero son intolerantes y fanáticamente reservados cuando se trata de sus orígenes. Callan ante las evidencias y aprovechan cualquier resquicio para salir por peteneras y diluir el debate a su conveniencia. Siguen engañando a los suyos. La historia se repite.

Pronto nos sorprenderán con un nuevo escudo, no hay investigador bético que no haya encontrado alguno, pero documentos fundacionales propios, pocos, porque los ajenos sí les interesan mucho.

Y repetimos:

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Que enseñen al beticismo la carta completa que han descubierto con el escudo del Sevilla Balompié y no a trozos. Que no cercenen la Historia y que no la maquillen a su conveniencia, porque la frase “en algún lado está la mentira, como siempre ha sido y será”, sigue estando de actualidad y está muy vigente. Que demuestren lo contrario.

No hay vergüenza.

No hay honor.

O no hay el valor para perder con la dignidad necesaria y sin los victimismos endógenos a la sombra del campeón  a los que nos acostumbraron a lo largo de más de un siglo.

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