Hace unos días mientras conducía, alcancé a divisar en un basurero la cabeza de un gran oso de peluche y recordé que no es la primera vez que me topo con esto, en otra oportunidad hace unos años, ví otro oso en la basura, el que tenía una camiseta que decía I love you.
Esto me hizo pensar en que la vida de los osos de peluches tiene dos extremos por lo que no debe ser nada fácil, porque sin ser culpables de nada muchos terminan al igual que los que encontré, en la basura, o peor aún, otros terminan totalmente destrozados.
Son los más amados y odiados por las parejas, especialmente por los más jóvenes quienes son los que más los compran para demostrarse amor.
Se venden por millones en todo el mundo y generalmente son regalados en el primer aniversario del noviazgo, aunque también se regalan para el cumpleaños del novi@, Navidad y por supuesto para el día de San Valentín.
Pareciera que mientras más grande es el amor, más grande es el oso, el problema es que como vivimos en tiempos en que hasta el amor es desechable, los romances duran poco y con alguien debe desquitarse la persona a quien le han roto el corazón.
Pobres osos, al principio son abrazados, besuqueados y adorados, comparten la cama de sus amos y de un día a otro zaz, arrojados como basura.
Que culpa tienen estos tiernos animalitos de peluche, si lo que se debe tirar a la basura es la tristeza, porque no vale la pena llorar por alguien que ha preferido seguir un rumbo alejado de ti.
Claro, decirlo es fácil, pero hacerlo es difícil, creo todos alguna vez pasamos por eso y claro que duele.
Incluso creo que si se pudiera comprar el amor, se vendería más que la droga.
Un buen remedio casero para pasar esas penas, es contar, contar y contar la historia, a cualquiera con quién te encuentres, hasta que llega el momento en que comienzas a aburrirte de tanto repetirla y recién ahí te das cuenta que estas perdiendo tu valioso tiempo en sufrir por algo que no era para ti y de paso cerrando la puerta a las oportunidades que te están esperando.