que dice que dijo "Diego". -Dice Rajoy-

Me pregunto qué cara de resignación o de gilipollas puede quedársele al votante del PP cuando vea los vídeos y lea los titulares de hemeroteca que testifican el ''donde dije "digo" digo Diego'' de sus elegidos.  Que quienes daban por sentado que no iban a subir ni los impuestos ni la luz, acaban de aprobar una subida del butano, la luz, y la gasolina en máximos históricos. Que quienes criticaron y sangraron al PSOE, cuando presentó su Reforma Laboral, y parecían el partido obrero, y el "soe" la oligarquía económica, aprueban, por "rodillo" en Cortes y por "cojones" en la calle, la Reforma Laboral más totalitaria desde el feudalismo. Ni una Huelga General, planteada desde los sindicatos y secundada mayoritariamente, parece haber aflojado un ápice las tuercas del Gobierno bien apretadas en Bruselas. Y, para colmo, aprueban la misma amnistía fiscal para las rentas más opacas que tanto incriminaron al PSOE gobernante. -De locos, ¿verdad?.Me pregunto qué cara de gilipollas se le puede quedar a quien votase al PP por oposición a esas medidas. Supongo que la suficiente como para esconderla en su casa el día de la Huelga y decir que los piquetes le impiden su derecho al trabajo. O esa; o la del que se beneficia de las medidas y, obviamente, no las va a criticar; es decir, el que tiene la pasta escondida y teme que los propios se la levanten. Pero no creo que esos sean la mayoría. En realidad son una minoría, cada vez más decreciente; por lo que no me extraña que la mayoría tengan esa cara de gilipollas de escayola. De quien se sabe engañado por el trilero y tiene la risa tonta por no ponerse a llorar.Me pregunto qué cara de indignación se le puede quedar a quien, defraudado por un socialismo de derechas, cae, en su última esperanza, en los brazos de un lobo con piel de cordero; en la derecha vestida de obrero. Supongo que la peor. Peor incluso que la de gilipollas; porque a ellos ya les han abofeteado en las dos mejillas, en la izquierda y en la derecha.En estas circunstancias es cuando se rebela la indignación más contenida. Es cuando el ciudadano teme haber sido abandonado a su suerte por un Capitan Schettino que se marcha en globo cuando el barco se hunde. Sólo entonces es cuando el miedo y la indignación se unen y hacen que nos abracemos unos a otros para mantenernos a flote. Si este ha de ser nuestro final, bienvenido sea. Pero ¡ay, de aquel privilegiado que intente ahogarnos para salvarse! ¡Ay, de aquel que se aproveche de nuestra necesidad para su vicio! Sólo merece la soledad más cruel y el juicio más severo.