La única manera de que podamos tener alguna esperanza de avanzar hacia la verdad es estar continuamente insatisfechos con nuestras opiniones, andar siempre a la caza de objeciones, y estar preparados para abandonar o modificar nuestras teorías cada vez que aparezcan pruebas contrarias, contraargumentos, o alternativas mejor sustentadas. Sólo la disposición a cambiar de opinión provee algún sustento para pensar que aquello sobre lo que no se nos ha convencido (...) podría ser correcto, o por lo menos, podría estar bien encaminado.Thomas Nagel, La última palabra, Gedisa, Barcelona, 2000, p. 142.
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