Verano de 2011, Madrid. Calor, mucho calor y la ciudad está en plena efervescencia con la llegada del Papa y el 15-M. En estas circunstancias, Velarde y Alfaro se van a enfrentar a una serie de asesinatos que les llevará a transitar por lugares de su personalidad que les pondrán en situaciones límites.
Que Dios nos perdone es una gran película. Un guión inteligente y una realización rápida cuando tiene que serlo y sosegada en otros momentos.
Desde el principio Velarde y Alfaro nos atrapan, cada uno muy diferente pero compañeros en la búsqueda de este asesino que está sembrando el terror en el centro de la ciudad.
Maravillosos Antonio de la Torre, Roberto Álamo y Javier Pereira. Todo lo que se diga de estas dos bestias de la interpretación es poco. Ellos son muy buenos y sus personajes están bien definidos y además bien dirigidos.
Triunfa muy bien que los personajes, además de conocerlos en su faceta profesional, se centre también en sus personalidades fuera del trabajo. Con ello vemos que la violencia del asesino también está presente en Velarde y Alfaro, en cada uno de ellos de una forma y ambos se relacionan con ella. Relación que nos estremecerá.
Una película de obligado visonado.
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