Resulta que algunas bocas fueron calladas. Granma publicó una nota en su portada donde anunciaba las razones para festejar este 1º de enero. De no ser así hubiésemos estado “celebrando” en los próximos días que están por llegar de la manera más rara que jamás se hubiese imaginado este pueblo.
Una vez más la famosa bola comenzó a rodar, impulsada por aquellas directivas que llegan desde arriba sin consultar a los de abajo. Así nació el mito de que sin Fidel entre nosotros no había motivos para celebrar por todo lo alto cada una de las razones que ha convertido en tradición entre los cubanos y cubanas en las últimas décadas esperar las doce de la noche del 31 de diciembre. Ya se afilaban los dientes los extremistas oportunistas de turno para demostrar, como fariseos, su más adscrito y a la vez cuestionable apego al proceso social y revolucionario cubano “rasgando sus vestidos y embarrándolos de cenizas” para demostrar que somos de una estirpe que se respeta.
Amistades mías en Camagüey me dijeron que días posteriores al Duelo Nacional de nueve días asistieron en su escuela a una fiesta ambientada con música de Pablo, Silvio y Carlos Puebla. Y no es que estos músicos tengan demérito alguno; pero no me imagino a un joven del siglo XXI cubano bailando al ritmo de “Yo me muero como viví” o “Amo esta isla”. Pero aún así y con todo ese desenfado que caracteriza a mis amigos asumieron la ambientación con dignidad y junto a otros compañeros tuvieron una velada que creo difícilmente olvidarán.
Una semana después del Duelo nacional emisoras de radio en algunas provincias y municipios seguían con una “programación especial”. Y no es que se violentara la programación bruscamente, sino que se “descongelara” poco a poco y se lograra un proceso de transición paulatino de un estatus quo a otro. Pero esas actitudes asumidas por directivos locales no hacen otra cosa que lograr el efecto contrario al deseado. Conducir a sus públicos al hastío con un tema tan sensible como la muerte del “último gran revolucionario del siglo XX”.
¿Quién dijo que hace falta eso para demostrar respeto? ¿Acaso no bastó el acto de civilización, apoyo y tristeza que demostró el pueblo cubano por 9 días? ¿Alguien en particular aspiraba a un premio nacional de algo por obligar al pueblo a seguir guardando luto?
La muerte es un proceso natural. Es algo a lo cual hay que enfrentarse, asumir de modo normal, sin que ello detenga nuestra propia existencia. Y creo que Fidel nos preparó para este momento. Él sabía que en algún instante no estaría más y por eso bajó su perfil público de tal modo que verlo en los medios era noticia. Él sabía que sus años acumulados no serían eternos (nadie tiene ese don) y por ende no hubiese querido que el dolor de la pérdida se hiciera eterno. Me viene a la mente una anécdota.
Cuando en el año 2004 tuvo aquel accidente en Santa Clara, donde se cayó frente a los primeros instructores de arte que se graduaban en la batalla de Ideas, su rodilla se fracturó en 8 partes. Lo llevaron rápidamente al quirófano y él pidió que le pusieran una anestesia raquídia, porque debía estar al tanto de todo lo que sucedía. Ahí quedaba en stand by la mega fiesta que para aquellos primeros graduados se había planificado. Alguien dio la orden de suspenderla. De postergarla para otro momento. Me comentaron que hubo lágrimas y silencio por un tiempo hasta que una llamada telefónica fue amplificada para todos los jóvenes. Era el mismo Fidel diciendo que la fiesta se debía hacer. Que no se preocuparan, que él estaba en buenas manos. Y si usted quiere hacerse una idea de la magnitud de la celebración pregúntele a cualquiera de los primeros graduados. Ellos no me dejarán mentir.
Por eso creo muy acertado el artículo de Granma donde nos invita a celebrar, como se merece el pueblo cubano, luego de pasado otro año de sacrificios, empeños, abstenciones, logros, sueños cumplidos o pendiente. La vida no se puede detener. Tiene que seguir. Y Cuba tiene que demostrar que sin Fidel presente puede seguir construyéndose como país. Que no perecerá en el intento. Ese es el reto para los próximos años.
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